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Carne de Psiquiatra -Trastorno Bipolar

Batallitas bipolares

Desmemoriados

Desmemoriados

Pregunta un lector en un extenso comentario (algún lector puede contestarle? Está en el tema "bipofamilias y parejas" )

en definitiva quiero saber si la perdida de memoria a causa de los medicamentos, puede ser tan extrema

Yo no sé si el tema que plantea tiene que ver con un cambio de opinión (en la adolescencia es lo suyo, ir de flor en flor, y a los 40 sostengo que también se da el fenómeno), o que su amiga tuvo un mini-episodio eufórico y luego bajó... Y ¿qué hay acerca de que todos los humanos decidimos dar carpetazo de vez en cuando, olvidar un tema, deliberadamente para daño del afectado? En ese caso, me dolería que el otro achacase el tema, como tantos otros, al TB.

Pero lo de la memoria sigue siendo inquietante. Creo que el factor edad nos pesa a todos: vamos olvidando información al parecer no relevante. Y me atrevo a afirmar que la medicación sí tiene un papel importante y más que interesante.

Hace mucho tiempo que noto una gran pérdida de capacidad en mi memoria. Pero se refiere a las cosas que aprendí o intento estudiar, no a las vivencias sentidas. Me estoy documentando sobre el tema, pero lejos de proporcionarme tranquilidad, me asusta mucho lo que estoy leyendo, que no aprehendiendo, por precisamente esa nula capacidad de retención. Debería reproducir algunos párrafos con el tema "Lecturas"...

Un dato, y también le pasa a H., es que ambos perdemos la atención muy a menudo. Es frustrante ver una película en el cine o la TV, y no poder dar marcha atrás medio minuto que te has perdido en una desconexión que no puedes controlar. Ahí, creo que hay daños importantes en la forma de funcionar del coco. Como paliativo, podemos grabar programas y tenemos los DVDs. Al mando no le importa que tengas que rebobinar cinco escenas. Ni al pobre libro: eres tú el que se da contra la pared cuando no avanzas.

Sirva esto como ejemplo. Texto e imagen procedentes de

http://www.jpimentel.com/ciencias_experimentales/pagwebciencias/pagweb/la_ciencia_a_tu_alcance_II/fisica/Exp_fis_vasos_y_papeles.htm:

¿Por qué la hoja de papel no se desprende del vaso?

Es harto conocido el experimento con una hoja de papel que no se separa de los bordes de un vaso con agua puesto boca abajo. Su descripción aparece en muchos libros de texto escolares y de divulgación científica. Por lo general, este fenómeno se explica de la siguiente manera: la hoja de papel experimenta una presión de una atmósfera por abajo, en tanto que desde arriba sólo la empuja el agua cuya fuerza es mucho menor (tantas veces menor como la columna de agua de 10 m de altura, correspondiente a la presión atmosférica, es mayor que el vaso); el exceso de presión aprieta el papel a los bordes del recipiente.

Si esta explicación es correcta, (...). Es evidente que esta explicación corriente del experimento no sirve.

Pues bien, lo leo y lo entiendo, que soy o era de ciencias. Pero luego, no lo recuerdo, no lo retengo, de forma que sería imposible que se lo explicase a alguien. Me encuentro en el preocupante punto de haber olvidado mis estudios básicos. Los recuperé una vez a lo bestia, en mayo de 2003, pero entonces estaba en un punto maníaco. Ese boom de información enterrada fue parte del episodio.

En lo que refiere a destrezas, sigo siendo capaz de manejarme con los idiomas, y si no recuerdo es por falta de práctica. Por ejemplo: dudo mucho con el catalán. Destrezas de la vida? Lo paso fatal llenando bolsas en el supermercado, y no hablemos de plegar el carrito de la compra.

¿Frustrante? Si te comparas con "antes", por supuesto. Si miras hacia donde debes, es parte de la mochila, así que a caminar y a consultar enciclopedias o gastar el botón "REW".

Dice mi psiquiatra que es más bien atrofia que deterioro cognitivo. Pero al parecer hay fármacos que lo fomentan.

***

Silencio, música, miedo, acción

Silencio, música, miedo, acción

Silencio. Mi psiquiatra casi rió con la paradoja de que viva en una calle tan tranquila que parece de pueblo casi, en una megaciudad como Madrid.

Silencio. Hace mucho tiempo que no escucho música. La TV, de adorno.

Silencio. El ruido de una lavadora me irrita tanto... tengo dos pendientes.

Silencio. Para que los vecinos no sufran del sonido de una película después de medianoche, la disfruto con auriculares. Luego ocurre que bajo la basura y el camión ya ha pasado.

. . .

Música. No tengo ánimos ni para ordenar mis discos. No bajo música.

Música. Ayer no tuve ánimo hasta que me puse un par de veces lo último en sensibilidad y buen hacer: http://www.youtube.com/watch?v=qz7vGW2_5c0 que me transmite tanta esperanza. Hay magia en esta Adele.

Música. Hoy no he despertado de verdad hasta que el chute que me propuso ayer Dani en un comentario ha empezado: y tanto que me elevo. http://www.youtube.com/watch?v=N3LDAl2V9jg del sofá que me engulló ayer noche.

Música. Le falta música, ritmo, vida a mi vida. Si es que me falta vida, directamente.

. . .

Miedo. Hace días que me muero de miedo. Ayer me quedé en el sofá por miedo a meterme en la cama. Necesitaba que me contasen una historia para dormir.

Miedo. Me veo rodeada de gente y la ansiedad me hace sudar de arriba a abajo. Llego a casa y descarto volver a bajar a dar ese paseo que necesito.

Miedo. Lo supero a saltos, doy un salto de vez en cuando, como si cogiera una bocanada de aire, y luego vuelvo a la posición inicial.

Miedo. A perder la tranquilidad, si en ello me va perder la cabeza.

. . .

Acción. Salir de la protección de edredones, mantas, sudaderas, todo lo que arrope y dé calor. Movimiento es calor.

Acción. La ducha no engorda. Me gusto más cuando  huelo a jabón.

Acción. Retomar la lista de tareas pendientes: cada una de ellas puede ser una razón, que no excusa, para bajar a la calle. 

Acción. Dejar de escribir. Dejar de pensar en el miedo y apartarlo de mí cuando venga una ola.

. . . 

Valoración. Lo del consejo terapéutico está muy bien en el papel pero sólo vale en tres dimensiones.

Pronóstico. Probabilidad: 20% precipitaciones. 

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Imagen: http://www.inm.es/ 

Es a mí a quien tenías que llamar

Es a mí a quien tenías que llamar

la pena es que no estaba yo tampoco demasiado bien para ayudar.

Ante una crisis bipolar, es a otro bipolar a quien necesitas, alguien que sepa por su carne dónde estás y se asuste lo imprescindible, pues hay que actuar. No importa que esté en la otra parte del país. Llamas para que te diga lo que ya sabes, sencillas instrucciones que no lo son cuando uno está mal. Simplemente necesitas que te conduzcan a donde tú ya sabes, que hagas lo que ya sabes pero no puedes cuando te encuentras solo y mal. Hay que tener aplomo, desde luego.

Más tarde o al día siguiente, todo ha pasado, y das gracias, te las dan, y comentas lo sucedido. Siempre se aprende por las dos partes. Estos episodios asustan, y también nos colocan donde debemos: a ser conscientes de que no estamos a salvo.

Es bueno saberse miembro de una red donde das y te dan la mano cuando falla el equilibrio.

***

Imagen: http://www.3bajocero.com/imagen_corporativa/telefono_esperanza.php 

La cuesta de enero

La cuesta de enero

Ya van algunos años, 2005, 2007 y 2008, en los que he notado una mejoría en el ánimo precisamente en el mes de enero.

La del 2005 me trajo aquí y me procuró una nueva vida, en la que todavía patino mucho, entre pasitos adelante y atrás, todo hay que reconocerlo.

La de 2007 hizo posible que me pusiera a dieta, fuese al gimnasio, y saliese bastante de casa. Aumentó mi vida social y mi salud. Como dije en su día, perdí kilos de infelicidad.

Este año noto la cuesta, la siento a ratos y es como una explosión. "Estoy normal", digo y anuncio, "me siento bien", incluso se me ve alegre. Tengo mis días malos también, pero es muy normal salir de una depresión así, con días buenos y otros que siguen siendo muy malos, pero no tan malos como antes. Al menos sí puedo afirmar que hay ratos buenos, porque el humor no se mantiene todo el día, seas bipolar diagnosticado o humanamente bipolar.

Como lo que sube baja, no es extraño que al anochecer (al contrario de la rutina depre y la resurrección anímica nocturna), si durante las horas de sol he estado activa, sociable, participativa... que una vez en casa me hunda un tanto. Hay quien dice que un buen día es aquel en el que te acuestas más contento de lo que te levantas. Pues todavía no sé qué es eso, en mi nueva vida.

En la rutina depre, es un martirio irse a la cama cuando por fin estás bien de ánimo. En la rutina de mi cuesta de enero, la cabeza a veces te explota con tantos inputs... pero eso, eso es estar Viva. Luego lo pago con un día en el limbo, casi inexistente, a veces... dulce precio, si lo he de ver en positivo.

P.D. Escrito aproximadamente dos semanas atrás.

***

Genio ante el lado oscuro

Genio ante el lado oscuro

Conozco bien la disforia, la he vivido durante muchos meses, y la he visto muy de cerca en otras personas. Me echaron de un ambulatorio de salud mental por montar un pollo (por algo solucionable con diálogo) como el que describes [...].

Creo que la disforia es el peor episodio o estado que puede tener un bipolar. Me costó mucho, mucho, superar ese episodio, sin acabar conmigo misma. Es a lo que más temo, a recaer ahí.

Yo he sido un monstruo, alguien sin modales ni respeto por los demás, por culpa de los síntomas de la disforia. Y no me place ni el recuerdo, yo no soy así. La terapia y el tratamiento hicieron que mejorase de esos síntomas y volviese a ser la persona reivindicativa y vehemente que fui siempre, que sí se sale de sus casillas con determinados temas, pero recuperando mi educación. Y lo mío también era "de manual".

Todos somos de manual, que para eso el CIE y el DSM tienen líneas a mogollón para etiquetarnos.

Los bipolares sí solemos practicar la violencia física con nosotros mismos, (cosas que pueden ocurrir) autodestruyéndonos con drogas o malos cuidados, autolesionándonos, llegando a su máxima expresión que es nuestra propia muerte. Claro que hay excepciones, hacia los demás. Son las que salen en los programas de sucesos y nos estigmatizan más. En esta página hay un artículo buenísimo del Dr. Carlos Sánchez al respecto.

Creo que es un tema que deberías trabajar, con terapia aparte, de por vida si es necesario. Y me parece una barbaridad que te ampares en que no irías a la cárcel, pero bueno, ¿acaso tu psiquiatra te dijo eso? ¿Un abogado?

"Pero por otra parte, sé que si cometiera un acto mortal no iria a la carcel si no que me meterían en un psiquiátrico y a los 3 o 4 años, saldría de allí."

No puedo tolerarlo, no sin decirte abiertamente lo que pienso, porque en esa línea me estás diciendo que eres pre-criminal como si nada.

Has de dejar de acomodarte en eso, en suma. Soy tajante, lo sé, pero no puedo callarme ante tu actitud que ahora defino mal como autocomplacencia.

No podemos ampararnos en la teoría, en los manuales. No podemos pedir perdón una y otra vez sin hacer nada más que decir ay, es que no puedo hacer nada, ay es que soy de manual. En esta línea, esto escribí acerca de lo que sufren los otros y luego nos es devuelto:
http://carnedepsiquiatra.blogia.com/2006/081402-perdon-incondicional.php

Te aconsejo que pidas ayuda, que vayas a terapia con psicólogo o con quien haga falta, porque el psiquiatra sólo te va a medicar.

En otro artículo sostengo muy firmemente que depende de cada uno de los miembros de la comunidad de enfermos el respeto para el colectivo, y que eso es algo que debemos trabajar tú, yo y todos:
http://carnedepsiquiatra.blogia.com/2006/060101--lucha-.php

Y si he de ser coherente con eso, he de decirte que flaco favor haces a la comunidad.

No pretendo que leas mis artículos, pero sí quiero argumentar en la medida de lo posible sobre este tema.

Mi deseo para ti pese a mis duras palabras es bueno. Espero que en algún tiempo veas un futuro con paz de espíritu (te aseguro que la hay, tras la disforia, que todos podemos remitir) en vez de imaginarte en un psiquiátrico penitenciario con remordimientos por un crimen que podía haberse evitado.

Blue

. . . 

Colaboración en Bipolarneuro. Hilo completo (hay más): http://www.bipolarneuro.com/foros/index.php?topic=3011.0

Me dije: estás mejor, exteriorizas emociones diferentes, y antes las tenías. Ya. no es el todo me da igual. Pues no, no me dejó para nada indiferente lo que había leído. Si soy capaz de reaccionar ante un punto de vista distinto del mío y charlar más o menos amistosamente es todo un avance. Hace poco, ya digo, si lo he leído no recuerdo, si he oído tampoco.

Y me dije: tienes obligaciones, para qué estás conectada. Me dispuse, pese a la flojera de mi cuerpo, a cerrar la maleta. Porque menudo madrugón me pegué yo solita, lo mismo que hoy.

Y a media tarde, sentada en el tren, escribí un post "En tránsito..." O sea, estoy en Barcelona. Por unos días, con la agenda llena y el "me encuentro bien hasta que se demuestre lo contrario".

Le mando un abrazo muy gordo a Myriam. 

*** 

Imagen: http://es.wikipedia.org/wiki/Imagen:G-Protein.png 

Cube reiniciado

A finales de septiembre...

15.56. Estoy en la primera planta. Henri se ha quedado dormido abajo, en la chaise longue. Le despertaré dentro de un rato para comer. Le han prohibido dormir hoy, pero tiene que descansar algo, porque se pasó la noche en blanco y sin parar.

Este descontrol horario obedece a una razón. Ayer tomamos las pastillas juntos, y cuando me quedé en coma, él me ayudó a subir a mi habitación. Pero él no llegó a tocar su cama: se conectó, y más tarde limpió y ordenó la casa. Cuando por fin he despertado, y he visto el salón, ordenado como para pase de revista, he pensado: ha ciclado. Sin pegar ojo, pero hiperactivo.

En el prospecto del antidepresivo se advierte con claridad: dice algo así como que está contraindicado en estados maníacos. 

De eso ya hablé en otro post. Por eso se ha de controlar mucho la evolución. El "milagro" está aquí: hace una semana él estaba en el pozo, pero hoy se siente como hace mucho tiempo. La autoestima muy alta, qué sexy soy, muchas bromas... ya se veía venir ayer. Se quedó una amiga a dormir en la casa. Se retiró antes que nosotros.

Henri: ¿te has tomado las pastillas?

Amiga: ¿quéeee?

Blue: JAJAJA.

Henri: JAJAJJA. Anda, si ésta no toma.

JAJAJAJA.

Henri: nada, quien entre en esta casa, ha de tomarse las pastillas.

Nos partíamos de risa. ¿Le damos simplemente a chupar una de las nuestras? Se quedaría dos días durmiendo. La cosa da lugar a mucha coña.

. . .

No es bueno que el bipolar en episodio hipomaníaco esté solo. No es bueno que el bipolar en episodio depresivo esté solo. Me alegro de estar aquí, aunque me come la preocupación. Siempre hay que tomar alguna decisión, y no es bueno hacerlo cuando se está bajo los efectos de la enfermedad. Intento ayudar, pero tiendo a sobreproteger y odio convertirme en figura materna.

Lo que más rabia me da es que no sé qué hacer, y que en este aturdimiento, me avergüenzo por ello, le trato con pinzas, como si fuese un niño. No, no lo es y lo sé, porque he estado ahí y siempre se está lúcido. No quiero que suba más, eso es todo, porque ese es el peligro. Por suerte, él es plenamente consciente de todo, y llamó a su psiquiatra. Es decir, que el diagnóstico hipomanía es oficial, y su pauta ha vuelto a cambiar. El procedimiento parece ser el de siempre: baja antidepresivo, sube antipsicótico.

Ver ciclar a otro es espectacular. Tener la montaña rusa en casa: en una semana, todo ha vuelto del revés. Y para mí también: sin salir de mi estado vegetativo, es evidente y así me lo han hecho saber, que he completado un ciclo vital. Empiezo a verlo y aceptarlo, pero es otro tema y debo seguir reflexionando sobre ello. A poder ser como ayer, sentada frente al mar y con la vista en la transparencia del agua, y en esos colores Blue-mediterráneos a los que pertenezco por el simple hecho de haber nacido en estas costas.

***

Desconcierto en propia casa y con propias pastillas

Desconcierto en propia casa y con propias pastillas

Ayer por la noche entré en mi casa.

Con la depre en la maleta, pero me alegró reencontrarme con mi espacio.

Cené algo ligero. Tengo media nevera caducada, después de dos meses.

Me tomé las pastillas.

Puse una manta y un edredón en la cama.

Estaba exhausta, pues apenas había dormido en dos noches por los nervios del viaje.

Al ratillo, me di cuenta de que...

 

me había tomado las pastillas... DE LA MAÑANA.

 

En mi vida (de bipolar) me había pasado!!!!!!!!!!

No lo pensé demasiado: me tomé las de la noche.

Menudo globo pillé.

Me dio por comer pipas de girasol con sal.

He dormido poco... unas 7 horas.

He de consultarle el tema al psiquiatra...

... porque automáticamente, la costumbre, me he tragado (¿de nuevo?) las pastillas de la mañana.

 

P. D. Mañana... la segunda parte.

. . .

15.26. Segunda parte

Y menudo globo llevo. Me siento colocada. En una consulta-exprés, me ha dicho el psiki que es normal mi estado (luego hablaremos más profundamente). Me lo estoy tomando a cachondeo: mientras se lo cuento a I., me da un ataque de risa, tanto que en broma me pide que le dé una pastilla de esas.

Percibo el tiempo a cámara lenta y soy puro despiste. Recuerda un poco la cosa a cuando tomé en junio la pastilla Z., que me suspendieron de la pauta. A efectos marujiles, que nadie se preocupe: tengo el congelador lleno y abundantes conservas. Quería hacer algo de compra pues mañana es festivo, pero no creo que sea capaz de salir a la calle (la agorafobia no es ahora el problema). Hace un día precioso. Quizá más tarde: que no falte esperanza.

Es que me sienta bien Madrid!!! Ja, ja, ja.

. . .

P.D. Se me pasó pronto el punto gamberro, para quedarme tiesa de nuevo en el sofá. Salí por fuerza mayor hacia las siete, mareada, a la calle: la compra, y una visita urgente a una amiga que estaba enferma. La verdad es que me alegro de haberme tomado la cosa a risa, al menos por un momento. Me refiero a la cosa como esa doble toma que me drogó, como mi error. Mi error fue no tener sincronizado el pastillero: el estuche que tenía a mano sólo contenía una toma, que por lógica debía ser la nocturna, pero no, lo que tenía era lo otro. Por suerte, lo vacío en mi mano antes de tomarme las pastillas, y de ahí que si bien no me di cuenta en el momento, luego sí recordé que había tenido en la mano formas y tamaños no acordes a la toma nocturna. En estos momentos, el pastillero está bien arreglado.

***

Un mes fuera de Madrid, con la depre en la maleta

Un mes fuera de Madrid, con la depre en la maleta

El amable vecino vuelve a aparecer. ¡Bien! Tengo conexión.

La depresión cabrea a tus semejantes. Habías quedado, pero ahora no puedes. La peluquera lleva esperándome días, y mis pelos de bruja también a ella, pero la locomoción parece negarse.

También te miran mal en casa: resulta que lo único que ven es a la marmota que duerme 14 horas, pero anda, el día después estuvo tirada por haber dormido tan sólo 4. No sé hasta qué punto saben el sufrimiento que ello te provoca, o peor aún, el pasotismo. Tomo nota para el psiquiatra, es todo lo que me importa.

Sigo algo falta de sentimientos, pero sin experimentar aquél triste vacío. Siento, eso sí, la impotencia. Poner de sí mismo es una de esas frases que no tienen sentido. Bien me alegro y mucho cuando un día soy incapaz de quedarme quieta en el sofá o el cuerpo me pide salir de casa. A mí también me gusta estar bien, coño.

Se oye todo el día la obra de un nuevo edificio en el exterior. Ando con auriculares, viendo grabaciones o películas. O en la habitación que tanto odiaba. No es que me guste ahora, pero parece ser el rincón más apacible de la casa.

El pasado lunes debí sobrecargarme. Con eso de que te llevan a los sitios parece que no te esfuerces: es engañar a tu estado de ánimo y límite de actividad. Llegué a casa sobre las diez de la noche, pero mi reloj interno marcaba la una de la mañana.

Y desde ahí, pagando el sobreesfuerzo. Que a cualquier persona le parecería un día normal de actividad. No a un depre, por mucho que intente disimular. Hay poca energía.

Hoy me esperan, claro. Más me vale quedar bien conmigo misma: prefiero pagar "desconexiones cerebrales" (ese "¿puedes repetir?") a malas miradas. Ahora mismo noto cierto mal de ojo en mi querida madre, que por supuesto está en su hora de comida. Ella no tiene la culpa de que me haya tomado el café casi a las dos. Por cierto, aunque descafeinado, me ha provocado ansiedad.

Se acerca ya el plazo fijado por mi psiquiatra para volver a hablar. Eso me mantiene con ciertas ganas de "que sea mañana" en el buen sentido de la expresión. No pocos días he despertado con ganas de saltar esa hoja del calendario.

Ya sé que es un escrito lastimero, pero bueno, la depre tiene estas cosas y un día me prometí que lo escribiría todo en el blog, también lo malo. No tengo tiempo de corregirlo, se ha escrito de un tirón y así se queda.

Si no he mostrado respeto por mi madre, es mi obligación afirmar que la quiero muchísimo y que intenta hacer lo mejor por mí.

"A comer", debería oír. Por fortuna, no ha sacado plato para mí, "sé que ahora no puedes comer". Qué alivio. Porque de las noticias en la TV no me libro.

Anda, hoy es el día de la salud mental. Reportajes acerca de integración y estigma social. Lo de siempre, hoy no se es más peligroso que otra persona pero mañana mismo algún titular sensacionalista borrará las buenas intenciones hasta el próximo día 10 de octubre. Estoy muy negativa, ya lo sé.

. . .

P. D. No he podido evitar comerme dos gambas. Anda si me conoce mi madre! Hay esperanza... :)

***

Secretarios malignos y pastillas benignas

Secretarios malignos y pastillas benignas

Martes

Y después de pasarlo bien, al más puro estilo bipolar, baja lo que subió. Hoy sé de dos casos de este síndrome. Como es fácil hablar desde fuera y me he acostumbrado a ser la abogada del diablo, pongo el piloto automático y entablo conversación con el mensaje: ya te estabilizarás. Quizá sólo se trate del síndrome de los lunes vuelta al trabajo, o el ya se acabó la fiebre del sábado noche. En ambos casos, el aterrizaje a la rutina, a una vida que no funciona como nos gustaría, resulta traumático y por ello, deprimente.

No hay baches en mi rutina anímica y siento pánico escénico ante las oportunidades que se me brindan para que las cosas cambien. Nos han invitado a ir a Barcelona: este fin de semana es La Mercè. Pronto, pronto para tanto jaleo: basta vernos tirados en la terraza. Charlamos, y fumamos mucho.

 

Miércoles

Apenas dormí esta noche. Ataque de ansiedad nada más tomar las pastillas. Más tarde, intento que el libro me deje KO. No hay manera. Voy al salón. Al final me duermo. Pero a las 6.30 estoy conectándome. He tenido una pesadilla de esas en las que mi familia (normalmente mi hermano y Madre) cobra vida en películas tan raras que me despiertan con muy mal cuerpo. Me conecto, esta vez con un motivo: debo investigar lo del concierto de Springsteen por encargo de mi tía rockera. Por qué leches no actuará en Barcelona esta vez...

Le debo un mail a mi psiquiatra hace mucho tiempo. Hay tanto por hacer. Recuerdo cuando en el 2003, ya enferma y mucho pero sin diagnosticar, uno de mis compañeros de piso se adjudicó el papel que denominó "secretario maligno". Me hacía mucha gracia cuando adoptaba la pose, y me daba caña, y ayudaba mucho cuando estaba bloqueada. A eso lo llamo yo compañerismo, cuando no amor.

Desde ayer, soy la secretaria maligna de Henri, con lo que no hago sino acumular puntos para que me eche. Pero ya sabe que espero de él lo mismo cuando venga a Madrid. Hay que tirar el uno del otro, a veces sin compasión alguna, por cojones han de hacerse las cosas. Por ejemplo, ir a la farmacia a por recetas. Desearía que volviésemos juntos,. Ya me he acostumbrado a su compañía real sin esfuerzo porque creo que congeniamos bien.

Ayer empecé mis labores realizando varias gestiones telefónicas. Por experiencia propia, sé que cuesta mucho cuando uno está flojo. Por eso, como secretaria, puedo hacerlo por otro. No podría hacerlo por mis asuntos, pero es como trabajar. Y sé trabajar, pero doy el tirón y luego pago con mucho estrés. Quizá por eso no dormí, y porque Henri parece irse abajo por momentos y saco fuerzas para sujetarle. Lo que estoy pagando ahora mismo: y quién coño me sujeta a mí, que lloro cuando lloran a mi lado.

. . .

Todo tiene una razón de ser. La biología tiene sus reglas, y una de ellas es que el cuerpo se altera con la menstruación. De ahí el no dormir y esta extraña mejora. Este mes viene en plan bueno: me siento activa. Ahora entiendo el por qué de esta energía, aunque no haya dormido. Y sé de sus limitaciones: tendré un síndrome de bajada en pocos días. Quizá en dos ya esté de nuevo tirada, apática, sin pilas. Espero que Henri haya remontado lo suficiente como para ejercer de secretario maligno.

. . .

Que me dure la buena racha. No recuerdo haber estado tan lúcida en mucho tiempo. Mi cuerpo está muy débil por el deficiente descanso, pero tengo fuerzas para la escoba y "coco" para escribir. Y he llamado a mi madre, y le he dicho que la echo mucho de menos. El mayor logro del día, sin duda, escribir por fin a mi psiquiatra, una vez tuve medio claro qué debía decirle. Lo triste fue leerme "no se dice alegremente que he perdido dos meses de mi vida, en la nada: julio y agosto".

 

Jueves

Terraza de Henri. Media mañana (cuando he despertado): hora del té.

CRASHHH.

Henri: ¿Qué ha sido eso?

Blue: se ha roto la silla de plástico (sobre la que estoy sentada).

Henri: JAJAJAJAJAJAJAJAJA. ¡Pensé que te había explotado el tampax!


Y risas, y carcajadas. El día tiene sus momentos de respiro anímico... menos mal.

 

Viernes

Desperté tres veces esa noche. Una de ellas, Henri también lo hizo: me encontraba gritando, o hablando en voz muy alta. Se alarmó mucho: de haber estado despierta, lo mío sin duda era un brote psicótico. Pero no, sólo era un sueño de esos en los que me peleo normalmente con mi familia. Seguí soñando el resto de la noche: por la mañana, tenía la cabeza hecha un bombo.

Pero una vez espabilada (él tiene el sueño más ligero pero durmió unas nueve horas), nos acercamos a la ciudad y estuvimos por fin realizando varias gestiones de las que estaban anotadas en el planning. Entre eso y la regla, pinché de mala manera. Henri osciló entre el no hacer de la depresión y el "esto es un esfuerzo sobrehumano, pero lo hago porque debo".

. . .

Hoy el tiempo parece haberse detenido. Debíamos seguir con las gestiones, pero nos tocó sincronizarnos, en estado de ánimo y también en el bajón que proporciona un día de actividad intensa. Henri vuelve a estar bajo, y a rumiar.

Blue: mira, qué cielo más nublado.

Henri: me encanta. Por una vez, el cielo comprende mi estado de ánimo. El mundo me comprende.

(Y mientras escribo)

Henri: ¡Está lloviendo!¡¡Ojalá truene!!

Blue: ¿para qué quieres que truene?

Henri: para que el mundo ruja por mí.

Así estamos. Espero casi impaciente la hora de la resurrección teórica de los depres, es decir, hacia el crepúsculo.

Henri (disgustado): ala, ha salido el sol. ¡Quiero mis nubes! ¡Quiero mis truenos! ¿Dónde estáis?


. . .

Y ahora, sin duda, lo mejor de la semana:

De martes a jueves

Comunicación verbal de la psiquiatra de Henri

- Dobla la dosis de antidepresivo, de 75 a 150.

Comunicación vía mail del psiquiatra de Blue

- Sube el antidepresivo de 10 a 15.

No importa el nombre de lo que tomamos: lo de los miligramos va según el principio activo. Lo cachondo es que nos han subido a los dos el fármaco más delicado en la "dieta" del bipolar.

¿Servirá para algo ese ajuste de antidepresivo? El lector puede dudar, pero nosotros tenemos la esperanza que nos otorga la experiencia de otras fases como ésta, y confiamos en nuestros psiquiatras.

A través de la ventana, el tiempo sigue bipolar, como nosotros.

***

Antecedentes: bipolares con problemas

Antecedentes: bipolares con problemas

Escrito en Madrid sin fecha, antes de hacer la maleta

Subastamos bipolar en problemas. En las culturas esclavistas, perdón por haber visto películas de romanos últimamente, al esclavo se le presenta lo más sano que se puede.

Supongamos que el bipolar sabe que está en la cuerda floja. Que en cualquier momento necesita una red, porque la ha echado en falta dos noches ya, dos de pesadillas despierto. Es la tercera noche, y tiene miedo. Es la tercera semana de sentirse en este punto: duerme bien dos días, luego vuelta a empezar. Hace poco tuvo una nochecita con paranoias de la que se recuperó no sé bien cómo, eso sí, con esa preocupación del qué podría pasar si se repite.

Dónde se han metido todos mis amigos ahora, se pregunta. No a los bipolares, sino a los de toda la vida: ¿a quién llamo si no me encuentro bien?. Si hay que llevarme a urgencias, o simplemente necesito compañía para no caer en los abismos de mi mente, como cuando se me va la pelota. Y me pasa cuando no duermo. No tengo cadena, red de apoyo real. ¿Qué haré si otro insomnio me mata?

Sí tienes cadena, amigo. Yo soy parte de ella, sólo que no tengo llaves de tu casa, ni tú de la mía, pues no vivimos cerca. Aunque yo sepa cómo estás, debes darme el teléfono de alguien, o no podrás recibir ayuda por mi parte.

Henri (indeciso entre su agenda): bueno... está mi amiga A.

Blue: pues dame el teléfono de A.

Henri (titubea): espera, debería avisarla primero, además hay que contar con la cortesía [de no ir dando teléfonos por ahí].

Blue: ¿Sabe ella lo que tienes, quiero decir, lo que vas a pedirle, en realidad?

Me refiero a los peligros que puedes correr en crisis, no a que tomas pastillas y eres el más bondadoso y carismático de sus amigos. Eso ya lo saben todos. Pero hay que estar informado sobre el TB, y hay que hacer el trabajo sucio de decir verdades cuando se te ve mal y tú no lo notas. A nadie le gusta escuchar cómo puede ser el lado oscuro de las cosas, el que más tememos. Luego, si las cosas van como fueron una vez como mínimo en el pasado, será otro golpe oír ese "quisiste llamar la atención". Es preferible tener una red que te diga en un momento dado, por mucho que joda: "ve al psiquiatra". Incluso, ser acompañado a la consulta, pues cuando uno está mal, ya se sabe que cuesta mucho.

. . .

Qué hubiese sido de mí sin red, hace ya cuatro años. Cómo olvidar aquél día. Blue en urgencias, sin orgullo ni estima, ni por su vida. Mariló la ha llevado como a un corderito.

Mariló: dame el teléfono de tu madre.

Blue: no, está fuera de Barcelona. No puede hacer nada y no quiero que se preocupe.

Mariló: pues el de tu hermano.

Blue: paso.

Mariló: BLUE AHORA MISMO ME DAS EL TELÉFONO DE TU HERMANO.

(El resto de la historia ya se sabe: primer ingreso por haber estado a punto de matarme. Del 2 al 13 de septiembre de 2004).

. . .

Me pregunta Myriam si he empezado "la guardia nocturna". Qué jocosa, me hace reír mucho hasta de la desgracia. Pues sí, la empiezo por mí y por el otro. Mis insomnios se cobran hipersomnias, no los de él. Este veranito no nos está resultando muy fácil a estos dos, a Henri y Blue.

R. me ordenó un día que le diese el teléfono de M. No rechisté. Si alguien sabe que estoy mal, a ella deberán llamar. Ya sabe que poca gente lo tiene, pero creo que M. está tranquila, aunque no para de pedirme señales de vida. La última vez que me vi mal les endosé la botica en custodia a esta pareja de amigos. E informé a mi red del hecho, para que estuviesen tranquilos. M. es el punto más fuerte de mi red: tiene llaves de mi casa.

En el extremo más grave del asunto, la cosa puede ser tan importante como intentar salvar una vida. Si a uno le queda una neurona, lo hará saber a quien se lo tome en serio, no al ignorante que cree que lo nuestro es psicológico y que el suicidio no es más que llamar la atención, es decir, joder a todo el mundo. De ahí que no todo el mundo pueda ser parte de tu cadena o red de apoyo. Conocer a la enfermedad, y a ti, y a ti+síntomas.

También tienen el teléfono de mi madre. Y yo tengo el del marido de otra amiga bipolar que me lo confió, y de alguna madre y hermano más. No quiero contar los teléfonos que tengo, pocos y de poca gente, sólo de quien sabe que quizá se me confiaría ese estoy en las últimas, que no siempre es consciente y expresado con tanta amargura. Claro que es más fácil dar alarma cuando alguien está muy deprimido, que cuando se sube a los mundos terroríficos del polo I. Eso creo ahora mismo, aunque quizá he opinado lo contrario en otra ocasión. Qué más da, hay que actuar de todas formas.

Quien ha estado cerca, muy cerca, da teléfonos aunque no se los pidan. Ahora estoy esperando a que A. consienta en que una desconocida tenga su número. Quiero que así sea, es una responsabilidad pero un deber con un gran amigo. Espero (y desearía) que M. piense lo mismo de mí.

Me tranquiliza saberme miembro de redes. Estoy convencida de que funcionan, lo he vivido en mi carne. Y me esperanza, aunque sea duro hacer las llamadas. Habré asistido entre comillas a algún ingreso, pero todavía a ningún funeral.

. . .

Tampoco olvido el día que recibí la llamada de su pareja.

Pareja: ¿Hablaste ayer con Henri?

Blue: sí, ¿qué ocurre?

Pareja: que está en el hospital, le llevó una amiga ayer de madrugada. Han tenido que hacerle un lavado de estómago, y queremos saber qué le ha pasado.

Nada me contó esa noche. Cuando le dieron el alta, supe que había sucedido de golpe, que se le fue la pelota. Lo pasé tan mal, me sentí tan impotente. Pero ni él lo sabía, lo hizo en un impulso raro. Mucho después, reconoció que había bebido esa noche. Relaté ese suceso en el blog en su día, muy impactada y emocionada.

. . .

Empieza "la guardia", el vivir de noche o sinvivir habitual este verano. Veré alguna película, o la serie de romanos, como estos días atrás. No me siento alarmada ni espero que se me llame, pero hemos acordado que lo hará si se encuentra mal. Esa es mi tranquilidad, de hecho. Aunque no tenga el teléfono de la amiga A. Por si él no lo recuerda, tengo el de sus padres. No me lo perdonaría nunca, o sí. Mejor prevenir que enterrar, pues no sé a qué viene eso que he leído (o no, por omisión o simplificar) o se dice de que en estado maníaco no hay suicidios.

. . .

P.D. Así estábamos antes de encontrarnos. Y a fecha de hoy sé que está valiendo mucho la pena permanecer juntos. Ayer Henri me dijo: por teléfono hubiese sido jodida la cosa estos dos días: tú mal allá, y yo peor aquí, uff. Me llamó un familiar y noté tranquilidad en el hecho de saber que tampoco estoy sola. También empiezo a recibir mensajes del entorno de él al respecto. Creo que nos sentimos más seguros, amparados, comprendidos, escuchados. Me siento mejor de ánimo ya, y lo sé porque estoy escribiendo de nuevo. Eso me da fuerzas para apoyarle ahora. Acaba de informarme de su visita al psiquiatra.

***

Planchar el traje transparente

Admiro a la gente que llega a su destino, abre la maleta y en un plis plas todo está colgadito en el armario. Yo soy de las de "hacer camping", como dice mi madre.

Que alguien me explique cómo leches se saca una depre de una maleta. No importa a dónde vayas, tu estado de ánimo es tu traje transparente.

Al cabo de unos días, la ropa ya estaba convenientemente colgada del armario, y los zapatos bajo la cama. Pero ay, cuando se lava la ropa, hay que planchar.

Henri: mira, ésta es la plancha que te dije que compré el otro día.
Blue: vale, luego planchamos todo esto y la estrenamos.


"Luego", para un bipolar, puede ser cualquier punto entre el "ahora" y "el resto de mi vida". Aquí sigue el montoncito sin planchar, palabrita de Blue. No pasa nada, no, porque Henri lleva la friolera de un año sin planchar. Lo mío es sólo cuestión de medio año o así. En fin, ya nos animaremos.

Llevábamos una semana reflexionando acerca de cuál sería el mejor momento para planchar. Como si se tratase de ingeniería aeroespacial. Porque aquí el agua es muy calcárea, y había que decidir qué tipo de agua sería la mejor: si la del grifo (como que no, aunque en las instrucciones era bienvenida), destilada (la desaconsejaban), y, qué barbaridad de aguas: perfumadas... En fin, un lío. Demasiado complicado para dos bipolares sumidos en la apatía.

A todo esto, y mientras nuestros días psicoeducativamente correctos (de eso hablaremos en otro post) transcurrían, se anunció la llegada inminente de dos amigos de Henri. A veces, me recuerda a mi padre cuando dice: "la posada está abierta".

Pero qué maletas más pequeñas se gastan estos dos. No me extraña lo más mínimo que pidan la plancha al entrar por la puerta, si la ropa va a presión en ellas. Y quién dijo que los hombres no son presumidos. Lo que ocurre es que Henri posee ese extraño don de colgar la ropa de forma que no se arruga.

Se arreglan para salir. Y me apremian, es mi turno de ducha. Pero no es mi día de ducha, qué va. Hago lo posible por esconder la fobia social en una habitación donde sigue el montón de ropa por planchar. "Anímate" no es la palabra, nunca lo es. Ni me anima el olor a limpio y perfume de tres hombres. Ellos están animados, efectivamente: motivados. Yo no, y de eso adolezco hace demasiado ya. No me motiva nada, es más, me aterroriza salir y verme expuesta en lugares públicos, aunque lleve guardaespaldas. Fobias como acompañantes de depresión, de eso también está hecho mi traje transparente.

Pero volvamos a la sitcom. Salón de Henri, 10.30 de la mañana.

Henri: hola cari, ya estamos aquí. ¿Café?
Blue (en el sofá): siéntate aquí ahora mismo.
Henri se lleva las manos a la cabeza en un "déjame en paz, ya tengo madre".
Blue (le sigue hasta la cocina): me tenías preocupada, estaba a punto de llamarte. ¿Te vas a tomar las pastillas de esta noche?
Henri: yaaaaaaaaaaaa ya voy.


Tomamos el café-after: risas (y lágrimas) y anécdotas de la noche. Los tres guerreros se proponen descansar algunas horas. Y lo peor es que yo también me vuelvo a meter en la cama. Nada me motiva para seguir despierta.

Psicoeducativamente incorrectos. Aunque Henri afirma que hoy estará en la cama antes de las doce. Yo no puedo afirmarlo. Pero lo que sí sé es que después de semana y pico, mañana "el mundo" me espera (ducha para empezar, luego café con tal, quizá una cena), y no podré dar más excusas.

***

Gafas para la chica de la mirada triste

Gafas para la chica de la mirada triste

No se puede llevar siempre gafas de sol. Hay quien lo hace pero ¿acaso ve? Cuando llego a casa, no acierto ni a encajar la llave si no me las he quitado.

Las retiro cuando hablo con alguien, por respeto, y porque me gusta aguantar la mirada. Pero se echan de menos cuando una frase certeramente dicha (no siempre con relación a ti o tu pasado, más bien es algo que hace asociar ideas) pone a prueba tu autocontrol, que falla, eres demasiado transparente y vulnerable. De repente, ya no ríen mis ojos, se hacen pantalla de una tristeza tan tan real que antes de que la vida me la diese, no hubiese podido aparentar, mientras que ahora podría dedicarme a ser actriz dramática. Ojalá pudiese evitarlo, que esa mirada dejase de pertenecerme.

- ¿Qué te pasa?

- No, nada. Hace mucho calor, y necesito tomar aire.

Nadie se lo va a creer, no cuando tus ojos te traicionan de esa forma.

- Dime, ¿hice o dije algo que te molestó?

Debería escribir al menos dos folios para explicar por qué pasó, mejor dejarlo correr y que piensen lo que quieran. No podría expresarlo cara a cara sin unas gafas de sol. Dudo mucho que llorase, eso sí es un lujo por ganas que tenga.

Es hora de retirarse, y muy pocas veces he abandonado una reunión social en estas circunstancias. Me conozco, y sé cuándo debo excusar mi presencia: mejor prevenir que curar. Mejor pasar esos momentos en casa, agarrarse a un cojín y rechinar los dientes, sin coger el teléfono.

Hipersensibilidad, uno de los dones con que la bipolaridad me dotó. Además, se anima mucho con la regla.

Cuidado, protege tu vulnerabilidad. Que no se entere quien ya no lo sepa. No más daños, no los soportas si te sientes así de desnuda ante el mundo. Por suerte, son sólo momentos y quizá haya que tomárselo como un dolor de cabeza, sin darle más importancia.

***

Rumiar ante un folio en blanco

Rumiar ante un folio en blanco

Tampoco tuve miedo a ese folio en blanco, esa sensación que mina a los escritores. No hasta que me di cuenta de cuánto tiempo llevaba sin escribir en el blog. Ni siquiera un folio de verdad me arrancaba algo parecido a un post. Extraño síntoma, que no me da buena espina.

También es cierto que de alguna manera decidí vivir con la patología sin hacer públicos los pormenores. Mis fobias ya están ampliamente descritas y más de lo mismo me aburre. Y que no fue hasta la semana pasada que me puse a leer cosas de interés, relacionadas vagamente con la temática del blog.

Vivir en un permanente jet-lag causado por altibajos en el sueño tampoco ayuda. He llegado a cambiar del todo mis horas de dormir, con insomnios hasta el alba. El mes de julio ha sido muy caótico en este aspecto.

Definitivamente, el verano no es mi estación. Recuerdo haber estado floja de ánimos el año pasado, quizá... no quiero acudir a mis archivos. Deberé hacerlo, porque me prometí no olvidar, y también estos días han sido de "celebración": aniversario extraño, el cuarto año de mi diagnóstico. Actividad destacable: rumiar.

Antes, después, ahora, mañana... y te quedas dándole vueltas a la cabeza, rumiando, las horas de escasa calidad lúcida que siguen a un sueño sin calidad. Lo de rumiar es muy común entre bipolares (aunque seguro que muchos no bipolares también lo hacen). Para mí es una depresión en un aspecto: pasan las horas, aunque no estés mirando al techo, y en realidad no solucionas nada, pensar es por definición teórico... Caes en ello sin darte cuenta, y sales de extrañas formas. Preocuparse por lo que no tiene solución, no es buen asunto, pero no lo puedes evitar. Y si das con alguna, es tan abstracta que quizá no valga la pena. "Lo sé, lo sé" no es respuesta válida cuando te dicen algo que no sólo deberías, sino que además has pensado ya.

Hacía tiempo que no me despertaba una pesadilla, y mucho menos una con la habitación de casa de mi madre por escenario. Hoy me ha tocado empezar así otro día de esos que bautizan como "el más caluroso del verano" (como si no quedase agosto) y con ojeras. Pero como no tengo vacaciones, el no escribir no ha tenido nada que ver con el haber detenido esta actividad. Por eso me preocupé, pero más me vale hacerlo por otras cosas.

 

P.D. Disculpad mi ausencia en mails y comentarios. Han entrado muchas aportaciones estos días, y no me siento obligada pero me gustaría comentar algunos (los lectores también pueden hacerlo, ¿eh?).

Empezaré a escribir poco a poco, y esta vez sin prometerme nada que luego me lleve a frustración por caer en listones bajos.

***

Trabajo: 36,5 grados

Trabajo: 36,5 grados

Lo peor de regular el sueño es que al menos uno de los días tienes una sensación que (ignorante de mí porque nunca atravesé de tal forma el huso horario), diría que es una especie de jet-lag. Hoy dormí cuatro horas, olé a las siete en punto. Estoy viendo un programa de cocina en la TV. A que cuando comes alubias, tienes claro que más tarde y quizá inoportunamente, ¿vas a tener un problema con los gases? A mí, la ecuación sueño trastornado + los tres cafés que llevo, me da muy mal pronóstico. Pero ya sé por experiencia que estos días de "jet-lag" son muy poco productivos.


Entonces me asaltan todas las dudas. A ver, por qué no te tomas un "extra" y descansas tres o cuatro horas. Pues porque estoy despierta a pesar de todo, existo pues escribo, y no me parece un buen plan dejar de hacerlo. El precio: te funcionará el cerebro y la mano derecha con la que hoy manuscribes mientras fumas con la izquierda, pero no le pidas a tus piernas que te sostengan, porque tiemblas como una yonki. Excelente terreno para acumular fobia social: como salga a la calle, me toman por drogadicta. Por tanto, te espera un día sedentario y más a medida que avance el calor. Menos mal que dejaste ayer los platos fregados y la lavadora tendida.


Me peleo a menudo estos días con todo el inventario de mi casa, pero cómo es posible que no quepan aquí mis cosas y mientras en otras casas todo parece armonioso, en su lugar. Porque ya no recuerdas que desde que saliste de casa de tus padres, vivías en un piso casi tres veces mayor, y tu biblioteca gozaba de habitación, modesta, pero propia. Ahora en una sola pieza se reúnen ese estudio, un sofá para la TV, una cocina americana, dos mesas y demasiadas sillas para tus necesidades. Pero, oh aleluya, aire acondicionado.


El cerebro no funciona igual cuando has pasado un rato en compañía de alguien. Tengo atrofiado, lo sé y lo noto como una puñalada un día como hoy, el contacto cara a cara con mis semejantes, bipolares o no. Mi ordenador no huele a "gente a primera hora de la mañana aseada y vestida" aunque esté en compañía virtual. Por eso quizá dejo de chatear periódicamente. Esta pre-menstruación me atacó en ese sentido: soledad social. Cómo echaba de menos esos "buenos días, qué tal" matutino y generoso. Ahora, no deseo buenos días sino Buenos Días, Buenas Tardes (con mi mejor sonrisa), y Buenísimas Noches dulces sueños tenga vd. A mis contados pero buenos amigos que dos veces al año organizan una fiesta pijama improvisada ("es tarde, quédate y no cojas un taxi"), y por si las sorpresas, llevo la toma del día en el bolso.


Pronto hará dos años que vivo sola. Esto sí es un récord y un hito en mi vida. Lo que más he conseguido es desacostumbrarme al contacto con seres humanos (antes compartía piso con lo que al principio eran desconocidos). Por tanto, debería decir que he des-conseguido, y soy bastante más gruñona, cosa que odio como defecto en cualquiera. Nada ni nadie turba mi paz, que tanto anhelé al mudarme aquí, y como todo tiene su inconveniente, sacarme de ella es hacerlo de mi rutina de silencio, pero a veces me salva del peligro que tiene el quedarme colgada de un procesador de texto.


Porque de repente, una canción me arroja al mundo real. Busco esa chispa de los 80, y encuentro no la de ayer, lástima pero así dejo de escucharla... 6 entre 150 me convencen: dos son de Talking Heads, y una de Judas Priest. Me conmueve escucharla. Lo que tenía el hard rock o el heavy es que ibas con la cabeza bien alta por la vida. Hay que volver a cocinar la sopa de ajo en casa, y pronto.

. . .


Al haber madrugado, el calor no me impidió salir a la calle (fuerza mayor: tabaco), cuando había poca gente. Todos "íbamos al trabajo". Tuve una sensación de bienestar tal que al subir, me sentí impelida a trabajar, a usar esta mano, busca folio y bolígrafo, además como si un hipotético jefe me estuviese dando las indicaciones para el día de hoy. "Sí, jefe. No hay problema". (No había problema con el calor porque cuando trabajas de 9 a 19 horas, no estás expuesto a la canícula si el edificio está acondicionado y puedes comer cerca).

 

Me imagino, y ahora acude un recuerdo real, yendo de inmediato al baño para chutarme ansiolítico, líquido en aquella época (1994-?). Creo que tomaba tres gotas, y también que de vez en cuando caía alguna más. No olvidaré nunca ese sabor sobre mi lengua. Nada me extraña que en aquellos años, sin un antipsicótico como mi querida quetiapina aka "S" en lo que entonces ni siquiera sabía que se denominaba "pauta" aunque bien iba a un psiquiatra, abusara de esos tranquilizantes. Tendrán muchos efectos secundarios, pero ante la alternativa sufrida (hasta el despido, que el puesto de trabajo rara vez se tiene en un zoológico) de subirme por las paredes por los nervios, estoy a favor de ellos, y si hace falta, lo pondré en negrita. En dosis adecuadas por supuesto, no las cosas que se oyen y ven por ahí, que hasta yo me he visto aguantándome la baba o el cráneo.


No puedo trabajar ya: exploté en el peor momento (2001-2), que precisamente podía haber sido el mejor. Pero entonces lo conseguía, rendir y complacer, y no era consciente, gracias a una dependencia, en esa época ya dos, que luego se definió en el informe como "abuso de sustancias", qué bonito queda. De la otra sustancia, el alcohol, ya hemos hablado largamente, pero lo de la benzodiacepina líquida era... la leche. Quién se cree que una gota te va a quitar toda esa ansiedad, tú que has tomado una o dos cucharadas de jarabe para la tos toda tu vida. Sufro cuando conozco de algún caso que también trabaja como yo lo hice a cambio de altísimas dosis de medicación para soportarlo. El estrés, gran enemigo de la sociedad, verdugo implacable para el bipolar.

 

Bajo estrés, como de hoy (no en mi casa, ya es suficiente), y con poco sueño en mi haber, estoy forzando mis neuronas. Muchas morirán tras haber dejado una sola letra, o trazo, en este papel. Por eso, este folio va a ser tan importante para mí. Este papel engrosará mis pertenencias, que a nadie interesarán cuando muera. Pero a mí sí en vida, aunque cuando grape este escrito, formará parte de una montaña de papel condenada a vagar por la mesa hasta que encuentre un hogar... bien, ya se me ocurrió. Compraré un archivador especial: ha de ser de color turquesa, o lo pintaré yo misma. De esta forma, quizá en la próxima mudanza decida que su destino está en la basura junto al resto de escritos personales que curiosamente este año gusto de manuscribir cuando precisamente mis únicos objetos personales presentes son los de mi bolso, mmmm como cuando trab....

 

Estoy empezando a considerar que la ausencia de cualquier tontería que ahora no poseo, como mi lima de uñas, posibilita que me concentre mejor en lo que hago. No es gran cosa, Blue: cuando habías llenado el folio con las tareas de curro a la que se añadían los marrones del día, seguro que morían más neuronas. Las enterrabas con cafés, como hoy. El de la oficina, de máquina, asqueroso y aguado. Llegaste a acostumbrarte tanto a ese brebaje que años después (¿va para cinco ya?) todavía pides cafés americanos o con hielo en los bares, y en casa añades dos dedos de agua a la taza de la cafetera italiana. Supongo que un día dejaré definitivamente esas costumbres adquiridas en mis años, sobre todo los últimos y detonantes, de trabajo. Y si he de comprar una cafetera ahora mismo desearía que fuese para expresso, no una "melita" para beber a litros (tuve una siete años). Eso solía hacer. Todavía no me medicaba(n) bien para "los nervios", pero no era consciente de que cada dos cafés de máquina me obligaban antes o después al refugio del baño con mis benzos. A veces hay que educar hasta al sentido común... ¿Acaso hay escuelas para futuros pacientes mentales? ¿O para la paternidad?


En una sociedad como la que dibuja la película "Gattaca", ¿qué sería de nosotros, bipolares? ¿Qué decidirían las autoridades genético-sanitarias para ese quizá ya 5-6% de la población? Podrían proscribir mis genes y expulsarlos del acervo de la especie homo sapiens. Pero también coger un pedazo, "el bueno", el que hizo de mí y de otros que conozco gente cumplidora, respetuosa, responsable, eficaz a la vez que eficiente, en sus trabajos. No es mala productividad la que exponen ahora en Madrid de Van Gogh, en su último período: antes de pegarse un tiro, pintó como un cuadro por día.


Recibo un correo que me emociona y motiva. Un escrito que produzco ofrece empatía, consuelo o esperanza a alguien. Me siento útil y eso es lo que echas de menos sin un trabajo. Llevo en este trabajo de "Carne de Psiquiatra", contratada por mí misma en algún momento emocional de esos oscilantes "mejor no recordarlo" o "un puntazo, lo tiene cualquiera", desde noviembre de 2004. La pensión que recibo desde diciembre de 2004 (ver post en minutos musicales) se calculó por esos años trabajados en las empresas donde presté servicios y también dejé salud mental.

 

Pero ahora que lo pienso [soy consciente de que mi cerebro funciona diferente tras horas de charla y en un entorno distinto], éste es el trabajo más duro que he tenido en mi vida, sin importar que no sea remunerado y origine gastos. Me involucro y comprometo totalmente como persona. Cuántas veces se me dijo que "la empresa no era mía", cuando hacía horas extras y me llevaba el trabajo hasta a mis sueños. Pues ahora, la empresa sí es mía, y considero, confieso que a veces me asusto cuando veo el contador de visitas, que estoy muy bien pagada, pues quizá sí estoy aportando el grano de arena del que hablaba en mi primer post. Gracias a vosotros, quizá sea útil, y por la tarde, ya en mi casa, trabajo también: paso a limpio estos seis folios manuscritos para colgar un post decente. Y tengo cuatro más, personales, de los que me siento satisfecha.


R. me ha llamado: está aguando el tipo en la oficina, y sólo pudo dormir cinco horas. Sois muchos los bipolares que trabajáis sin que el negocio bipolar se note; si lo hace, mal augurio, y doy fe por tres trabajos perdidos pese a mis méritos, éxitos, o capacidades.

Sois muchos, y aprovecho para mandaros toda mi admiración.

. . .

Fragmento del mail de una lectora de veintitantos años que reproduzco con su autorización:

Lo que cada vez veo mas claro es que no encajo en ningún trabajo y que
acabaré creando mi propia empresa o siendo freelance. O intentaré a la larga
conseguir algún tipo de minusvalía. No paro de darle vueltas al asunto, de
alguna manera tengo que ganarme la vida, ¿no?

A veces pienso que el TB no es solo una enfermedad, sino que también otro
modo de funcionar internamente. Hay tan poca gente que me gusta, comprendo
tan poca gente, tan poca gente me comprende a mí! Siempre me sentí un bicho
raro.

Bueno....supongo que ya sabrás de qué estoy hablando. Quizás sería un buen
tema para tu blog: TB y personalidad, ¿dónde esta la frontera? ¿Qué es
patología? ¿Qué es excentricidad?

 

Buen tema... y me identifico mucho con este testimonio. Pensaré en ello, como afectada.

***

Descompresión: intoxicada

Descompresión: intoxicada

Fragmentos del diario personal de Blue

Madrid, x de junio de 2007 

 

Día 4 sin duchar. En uno de mis dos ingresos, se permitía hasta tres días sin hacerlo. Pero nadie me acompaña en este ingreso domiciliario. Tampoco para comer.

Me autodestruyo. Sé sobradamente cuándo lo hago. Cuando sólo consumo excitantes. Té y tabaco. Fumo como si estuviese ingresada, uno tras otro. El último cartón, me lo trajeron, y me durará el día de hoy: como tabaco, no comida. Antes de ese día 4, ya estaba encerrada. Fumé tabaco de liar más de 24h. Lo dejé porque me dio asco verme los dedos tan amarillos. Además, era el mismo rollo: apagarlo, y liar otro. Nicotina y otro +ina en las venas, ahora teína.

(...)

No me interesa siquiera navegar por Internet, a lo sumo ojeo un boletín de noticias. De nuevo el silencio, ya no escucho música. Silencio algunas llamadas entrantes. Sólo H. y M. me siguen la pista, a distancia.

No funcionan los viejos trucos. Cae el sol, y no remonto el ánimo. Quizá porque tengo expectativas, desesperadas: que llegue esa hora, de 18 a 21, en la que se hace el click y me siento persona, activa y no vegetal, no fóbica, aunque luego el día se me haga corto y a medianoche quiera alargarlo hasta las 2. Esa he sido yo siempre, así ha sido siempre mi cerebro y no creo que haya pastilla que lo vaya a cambiar. Al menos, ya duermo mejor, qué tontería escribo si hoy desperté doce horas después.

(...) 

Si estoy de ánimo para escribir esto, y ayer cené, tengo una esperanza para hoy.

Ánimo. "Esperanza, nuestra bandera", decía uno hace tiempo. Floreceré. Porque soy una mala hierba, porque ahora vivo con rabia, incluso cuando no vivo siento algo de rabia y eso me ha salvado siempre la piel. También el ser consciente, aunque tarde, del cómo estoy: no tan tarde como para que las cosas no tengan ya remedio. Nada de pena: todo pasa. Malos momentos tenemos todos los humanos, y mis razones tengo para ver el futuro bailar (...)

(...) 

19.44. Me acabo de topar con la lista famosa de ayer. En este orden:
COMER-DUCHAR-VESTIR-SALIR.
Todavía no he hecho nada de ello: "salir" implica también concertar citas médicas y no lo estoy haciendo, no me atrevo a salir de aquí a un mes. He estado limpiando, eso me hace sentir bien.

(...)
Mi estómago está vacío, lo noto, y no se queja. Por qué comer es toda una odisea. Es lo primero de la lista, y voy haciendo cualquier cosa menos eso. No es vagancia: estoy activa. No es no tener: la despensa y la nevera rebosan. Es Enfermedad.

(...)

Silencio más llamadas de conocidos. Cuando estoy mal, sólo puedo escribir, y menos mal que puedo hacerlo. El sol ya se pone. Ayer a estas horas recuerdo un dolor de espalda asqueroso. Apuesto que por eso hoy me dio por limpiar: Podía hacerlo. El verbo siempre es Poder cuando estás mal. El Everest famoso. Estoy con un cigarrillo en la boca, cómo no, chutándome. Empiezo a dar por terminado mi día corto: lo que me apetece es dormir y despertar mañana. Despertar, e ir a la ducha como si tuviese que ir al trabajo, sin problemas, como hace un mes sin ir más lejos. 

. . .

 

Este escrito no es de ayer, ni de hoy. Ya estoy mucho mejor y por ello lo publico. Limpia y aseada, con comida digiriéndose, no tanto tabaco y otros excitantes restringidos... pero ahí quedan esos fragmentos para no olvidar. 

*** 

V. sobre Z.

V. sobre Z.

V de Victoria.

 

Z... Z. es la pastilla nueva que empecé a tomar hará dos semanas (una de sus bondades era que mi memoria...).

Quiero llamarla así por lo ingenuo de pensar que será la última que me hagan probar. Aunque en este particular, y en plan "las cosas siempre pueden ir a peor", ya tengo con las pastillas cierta mentalidad de ir a comprar zapatos. Un modelo de entre cien -que más o menos me guste- de mi número quizá ajustará en mis pies como si se tratase de guantes.

 

Z. eliminada de la pauta.

 

Sin haberme quejado demasiado por aquí. Las cosas eran crudas y asquerosas: qué bien me sientan los efectos secundarios. Mi psiquiatra, que me ha efectuado un seguimiento, es cabal (consultada acepción 3 en el DRAE) y ha decidido suspender el fármaco.

En unos días puedo volver a donde estaba, es decir, más o menos: al buen humor, positividad incluso, buen comer y buen dormir. Todo eso ganado para mis hábitos maltrechos y la cabeza funcionando bien-bien, o bien-a 4 años del diagnóstico. Z. me estaba dejando los muebles llenos de polvo.

 

NO COMMENT.

***

Aturrullada

Aturrullada

Muchas veces me resulta difícil encontrar una palabra exacta en lengua española y voy dando circunloquios.

Esta es la que consulté:

aturrullar.

(De aturullar).

1. tr. coloq. Confundir a alguien, turbarle de modo que no sepa qué decir o cómo hacer algo. U. t. c. prnl.

 

 

Es normal que no sepa en qué día vivo y el día que me lo preguntó un psiquiatra (no el mío), me lo sabía porque era el de la visita. Pero hoy no daba una. De hecho, hace días que tengo pendiente notas para el psiquiatra, y no me he puesto en contacto con él tal y como quedamos. Porque la pastilla nueva va en pauta ascendente y se nota ya: es ella quien conjuga el verbo.

Y que yo me quede callada (decir debo cómoestoy y quémepasa), eso sí es digno de reseñar.

Con lo verborreica que me pongo en estos casos. Mañana (hoy, porque tampoco sé dónde tengo el sueño), no me libro de él. Tengo que reconocer que también estoy algo asustada, pero no me encuentro Mal salvo un día de la semana pasada, y de muchas peores hemos salido.

Aquí sigo, aturullada pero dando guerra.

. . .

De una entrevista a Hugh Laurie (laguiatv.com).

- Parece un poco negativo, casi como el doctor House.

- Siempre pienso que las cosas van a ir a peor. Me gustaría ser una persona más relajada. Me gustaría que, tres años después, el trabajo por fin me resultase de verdad más llevadero. Pero no, todas las noches estoy igual de hecho polvo y me paso todo el día dándole vueltas a cómo debería decir mis textos. 

 

Me sentí tan identificada con lo de los tres años, en mi caso en el "negocio bipolar"... por cierto, un día de éstos (y seguimos probando fármacos nuevos) se cumplirán los 4 años de diagnóstico.

***

Limitación: papeleo

Limitación: papeleo

Si algo puede sucederme en la vida cotidiana, es llevar en el bolso una carta franqueada un mes. Como si no hubiese buzones. Paso por delante sin ser consciente.

Conjeturo:

1) Ya estoy demasiado habituada a gestiones online, que hago sin problemas.

2) Soy una despistada. Llego a casa con la carta en cuestión y siento rabia. No salgo de nuevo, pero luego cuando es el turno de la basura sí bajo.

3) Lo que requiere mi presencia me produce ansiedad. H. y Madre me acompañaron a un par de cosas urgentes el pasado abril con un ataque de nervios (de pánico) encima.

4) Sigo con cierta alergia al papel. De nada sirve que coja un periódico gratuito. Ni hablar de pasarme por la feria del libro. 

. . .

Después de muuucho tiempo, esta semana fui a recoger el carné de la piscina, una de las pocas ventajas que ofrece la minusvalía. Aleluya.

Falta: tirar la carta. Enviar un fax. "Poco a poco" está bien para demorar las cosas unos días, no semanas o meses.

Me pone mala el papeleo, y hace mucho tiempo que necesito ayuda para "ejecutar" un formulario, aunque sea un volante para el análisis de sangre. Sólo falta que deba salir de casa pronto en plan zombi para acabar de empeorar las cosas.

Pero ya hace un año que me empadroné (con un padrino de luxe), y me felicito.

Es humano tener limitaciones. Es parte de muchos bipolares el tenerlas en su día a día, y yo las reconozco. Por ello, el post "Limitación" puede continuar, pero no pretendo inspirar lástima. Si la tienes... cambia de blog, porque yo me apaño con todo esto en el fondo aunque me cueste o necesite ayuda.

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P.D. Y como por lo relatado debo parezco una marciana, o de otra galaxia, hago sonar http://www.goear.com/listen.php?v=ed9c259

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Menstruación en versión depre y versión hipo

Menstruación en versión depre y versión hipo

[MALDICIÓN GORDA]

La menstruación me ha pillado casi sin bragas: Murphy quiso que vistiese un tanga [bajo capas de ropa] y la cosa ha sido mientras tomaba una caña. Ya decía yo que ese dolor de espalda...

Ahora que estaba bien de ánimos, se me presenta la regla en plan episodio depre: lagrimilla y sentimientos a tutiplén. Sólo faltaba que me llegasen más fotos del 40 cumpleaños de las chicas. Uff, mañana no veo a nadie, no tengo el chichi pa farolillos, expresión que me ha pegado una gran amiga.

Insomnio, y un cabreo del 50 por estar así, es que me duele hasta el alma. Y voy y me pongo esa canción de Joy Division, la que me pide el cuerpo.

A ver si se largan los dos a la vez: el catarro y las inevitables manchas.

Veamos el lado positivo a las cosas: voy a asistir al amanecer de Madrid.

 

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Adjunto borrador de mail-tostón escrito a un amigo (no bipo) en febrero: menstruación en versión hipomaníaca (por eso no lo envié). Paradójicamente, mi ánimo era bajo, y muchos meses me lo subía el acontecimiento. Días para que los amigos disfruten de una, para variar.

 

Holaaaaaaaaaaaaaaa,

como ya te conté en su día, el advenimiento de la menstruación es para mí EL DÍA MÁS FELIZ DEL MES. Ya sé que soy un bicho raro, para empezar, porque hace diez años no pensaba lo mismo, días de dolor... y muchas amigas reciben el regalo con asco y fastidio. A cada mujer le da por un estado de ánimo diferente, ya sabes.

(...)

Por ello, del bajón previo a la normalidad sería fácil hablar de cierta euforia, sí, pero para mí en estos momentos mi ánimo está donde debería cada día del mes. Me siento activa, contenta, sonrío a la vida porque me río de ella, de esa puta que me ha pillado y me obliga a viajar con ella hasta que me abandone por capricho, tomo lo mejor y soluciono sus problemas con la cabeza alta. Como debería ser a diario, por desgracia tengo una enfermedad que se localiza en una zona cerebral que rige las emociones llamada Bipolaridad.

Y bueno... sólo quería decirte que tú, al igual que el resto de mis amigos, pocos pero buenos, me has recordado tantas veces lo que valgo cuando yo no doy un duro por mí misma, ¿cuántas veces? Para que lo recordase, para que cuando llegue el momento en el que realmente me calce eso que me pertenece pero me abandona, y ese momento es una vez al mes...

Me apetece decirte que ahora te recuerdo porque podrías ver por ti mismo lo que valgo, ahora que puedo dar eso que llaman "lo mejor de uno mismo". Me apetece incluso mandar un mail colectivo el próximo mes anunciando las fechas mágicas, tres o cuatro días en los que me gustaría que me disfrutáseis (...)

 

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Imagen: obra gráfica de Jamaika http://www.fotolog.com/jamaika66, seleccionada por ella misma para el tema. ¡¡Artista!! Por no manchar esa imagen, le cambié el título al post (antes con la maldición completa).

P.D.s

Bueno, los pajarillos ya están contentos. Previsión meteorológica: mínimo 12, máximo 25. Hoy un letrero marcaba 24ºC a las nueve de la noche en la terracita, la peña en manga corta de nuevo, y yo, para variar, con mi abrigo negro por el catarro.

Mientras escribía y atendía a otros asuntos, ya amaneció. Maravilloso, este color del cielo sobre Madrid. Si me encuentro bien, que nadie sufra, pero la irritabilidad es así y cuando toso, pues... las mujeres me entenderán. Tragicómico. Bueno, me voy a la cama con otra canción, de nuevo "One night in Bangkok". Me está volviendo loca, todo el marrón y el no dormir.

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Carta a otra del sector estamos bien jodidos, octubre 2003

Carta a otra del sector estamos bien jodidos, octubre 2003

En Barcelona, mi buenísima amiga D. me hizo recordar los primeros tiempos tras el diagnóstico, de los que ahora me siento capaz de hablar... ahora que por fin les parece que puede salir el tema en conversación privada, ahora que quizá ya no estoy en condicional, que ha pasado el tiempo y mi salud es otra.

Y me he puesto a bucear en mis antiguos escritos para documentar esos tristes momentos. Esa conversación me hizo considerar que estoy bien para ello, y además mi vida cotidiana es algo sosa: recuperarme de un catarro, y tomar cada día una pastilla nueva a la espera de que me dé un disgusto. Eso sí, me ducho a diario.

Tengo ánimo para abrir esos expedientes, y enfrentarme a ese pasado. Considero oportuno compartir algunas cosas: batallitas bipolares puras y duras.

Este documento es casi el primero que he abierto en un disquete de la época, y me gusta por el final de la tortuga: todavía me acuerdo la impresión que me causó el animal por su lucha por la supervivencia. Yo estaba en ello, con mucha rabia.

L. andaba muy deprimida por bipolar y por cuestiones de pareja. Yo no por tema pareja, sino por el episodio mixto bipolar. Mi nick entonces era BlueJean, por la canción de Bowie.

Octubre 2003. Pocos meses tras el diagnóstico y muy jodida: doy ánimos y bien digo que no iba sobrada.

 

Estimada L.,

Muchos de los que estamos aquí hemos roto relaciones con parejas. Ya sea por el trastorno o no, normalmente a posteriori reflexionamos y vemos la sombra de la bipolaridad amenazando a nuestras familias. Aunque el desencadenante fuese otro.

Además, después de esa ruptura, que conlleva hechos traumáticos, hemos sufrido episodios muy dolorosos. (...) No entiendo nada de lo ocurrido porque todavía estoy en reconstrucción (y lo que me queda).

Sabes que hemos pasado experiencias de humillación en algunos casos intolerables, y tú misma las compartes con nosotros. No les voy a quitar hierro en ningún caso.

Sin embargo, hay que valorar el pasado en su justa medida. Para que no sea una carga en nuestro presente. Si no, no podremos mirar con dignidad un futuro con calidad de vida para nuestras personalidades bipolares.

No puedo darte consejos, sí un poco de aliento para que tomes fuerzas para salir de tu tristeza e impotencia. Tómalo, por favor, no voy sobrada.

Me acabo de acordar de una tortuga que vi ayer en un acuario demasiado pequeño para ella. La pobre se hundía una y otra vez en sus intentos por tomar aire. Por fin dejó de resbalar y accedió a una superficie elevada donde ya no debía esforzarse para respirar y descansó unos momentos. Me sentí como ella. No sé por qué volvió a bajar. Ni yo sé por qué oscilo. Pero no moriré asfixiada.

Con cariño,
BlueJean


4/10/2003

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