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Carne de Psiquiatra -Trastorno Bipolar

BIPOLAR

EL CLUB DE LOS SUICIDAS VIVOS - I: Presentaciones

 

Cuando alguien me preguntó de qué conocía a Henri, me quedé descolocada en un principio. ¿Qué contestar? Compliqué, sin mencionar la maldita palabra bipolar.

Somos personas antes que bipolares, y nuestra amistad se basa en lo que tantas otras. De ahí que no considere ni siquiera conveniente etiquetar de buenas a primeras a alguien como "bipo", o, en un caso distinto pero también común, "gay". Porque creo que es muy estigmatizante.

De repente la idea “del club” acudió a mi cabeza, pero no era buena idea soltarla. Una de las verdades es que nos presentó una amiga común. Otra verdad, no necesaria para gente que no está en el ajo, es que ella también tenía Trastorno Bipolar. Y, por cierto, pertenecía al mismo club. Pero tampoco se dice de nadie "quiso quitarse la vida".

 

 

¿De qué estoy hablando, qué club es ese?

El club de los suicidas vivos

(En adelante: CSV).

Esto es una invención mía: argot particular, como “El negocio bipolar” y alguna que otra Blue-ada que ahora no recuerdo.

Hay que aclarar, incluso enfatizar, un hecho muy común entre los bipolares: en entornos como las asociaciones, sin apenas conocernos, sabemos antes que alguien estuvo ingresado o atentó contra su vida que si tiene familia o qué música le gusta. De este hecho deriva que esa parte oscura del historial que a pocas personas confesaríamos, entre nosotros no es tabú sino información incluso muy importante a darnos. Si se establece un mínimo de confianza, que suele ser realmente pequeño. Denuncio también que hay quien lo relata como una hazaña, y eso no es, pero a veces hay que echarle humor, más negro imposible, al asunto.

De ahí que el miembro involuntario del CSV pueda empatizar más con otro. Lo que se siente, lo que publicaré esta semana si puedo a diario, hace que deba recordar que este blog es para adultos. Y en estos momentos, como dije en un post antiguo... "si estás muy mal, no lo leas".

Sé de muchos bipolares que no se han acercado siquiera a ese abismo-frontera. No han pasado por esa experiencia de muerte y de vida, que no han tenido sustos propios y ajenos. Lo celebro, y está claro que los que sobrevivimos al intento no somos modelo alguno sino pura chiripa.

Siempre me ha dado repelús hablar del tema del suicidio, pero sentí la necesidad de hacerlo, en este episodio depresivo que no acaba de remitir.

En fin, que a veces no resulta muy cómodo contestar a según qué preguntas sin denunciar y estigmatizarse a uno mismo ("tengo este amigo en realidad porque ambos sufrimos el Trastorno Bipolar") y al otro. Pero la gente es muy cotilla y quiere saberlo todo, el cómo-cuándo-dónde, en una época en la que entablar amistades es algo tan y tan difícil, en estas ciudades de este país. Y tú sabes con todo detalle que tu amigo tuvo esa experiencia, pero no vas a contárselo a un tercero, que lo que quiere saber es lo de la canción "¿Y cómo es él? (o ella)" porque sí, y por si algún día se coincide en un evento social.

Valga este post como introducción a la serie "EL CLUB DE LOS SUICIDAS VIVOS".

P.D. Me está costando sudor y lágrimas publicar esto, pues el texto completo de la serie es un galimatías, y encima tengo problemas con el formato. Ya vendrán las fotos.

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Igual ocurre porque es primavera

Igual ocurre porque es primavera

Ciertamente, esta vez los grandes almacenes anunciaron la primavera cuando sí, empezaba a hacer buen tiempo. Este invierno el abrigo lo hemos sacado muy poco, pero hace tres días que volvió el frío, además con viento, e incluso vi (¡qué ilusión!) nieve pero no cuajó en el suelo. Hace dos días llovió, ahora el día se despeja de nuevo. En fin, cada día es una sorpresa.

Esto viene a modo de introducción sobre los cambios constantes que nos depara la meterología en primavera, porque tienen su espejo en la vida cotidiana bipolar.

En petit comité, un hombre cuenta sus oscilaciones en las últimas semanas. Va acelerado y mucho durante la jornada laboral, pero luego es capaz de dormir desde medianoche hasta la hora de comer (hipersomnia, yo también la sufro). Ha faltado algún día al trabajo ya. Concluye que este descontrol puede suceder por... la primavera.

Otro está irritable hasta decir basta, sabe que sus padres le soportan sólo por ser sangre de su sangre porque hay broncas a diario en casa y sale el tema ese de que el perdón a posteriori no sirve de nada, pues la convivencia está rota ya. Pero le mantienen, no tiene ingresos suficientes para independizarse, y ya no está en la edad del pavo para ejercer de adolescente en lo emocional. Y lo reconoce.

Yo no me libro. Voy derrengada, con el insomnio como mi sombra. Me paso estas semanas regulando el sueño, y cuando eso ocurre no soy persona y no me digas sal de casa, pues voy atontada medio día por las pastillas y el cansancio. A veces no puedo moverme, y otras tengo miedo. Quiero que me suban la medicación por la noche para caer dormida y no resucitar de camino a la nevera.

Son buenas razones para ir al psiquiatra, a ver si la cosa tiene remedio, antes de que se rompa la baraja y te echen del trabajo o lo que es peor, de casa. Si tú no lo entiendes, ¿acaso lo harán los otros? Sólo verán que estás mal, y mal de insoportable, y eso sí puedes intentar solucionarlo con autocontrol al ser consciente y algo más, porque cuando "lo entiendan" será para decidir "se acabó, guapo/a". ¿Qué culpa tienen los otros?

Vale, ¿qué culpa tienes tú? Tú, de tener trastorno bipolar, ninguna, pero piensa en los otros antes de victimizarte desde una posición egocéntrica, porque tú ya estás en tratamiento para no cagarla demasiado (del pasado pre-diagnóstico, mejor no hablemos) y encima viene la primavera para inestabilizarte porque sí, cosa que hemos de tener en cuenta y reconocer la alerta de estos síntomas y conductas que salen de lo normal, lo normal como tolerable en sociedad.

A nosotros nos da mucha, mucha rabia estar mal. Lo compartimos más o menos de forma empática de bipolar a bipolar y lo lamentamos, porque sabemos que pagan el pato los cercanos. Ocurre lo mismo cuando el tema no es bipolar, si no estás diagnosticado de estas cosas,  le puede pasar a cualquiera cuando ha tenido unos malos días en el trabajo y la familia se resiente si estás de mal humor, cansado, o tienes problemas económicos. 

Cuando en una charla abierta entre bipos se ponen estos ingredientes de cocina explosiva encima de la mesa, el siguiente paso no es seguir charlando con otros bipolares de nuestras desgracias, sino acudir al médico, y es pregunta habitual cómo va el tratamiento.

Porque el petit comité reunido reconoce y escribiría en el acta de una reunión que se celebra en un bar mientras cena unas raciones que definitivamente, estamos todos algo de los nervios, y entre Pinto y Valdemoro, se podría decir un mini-episodio mixto, impredecible. ¿A quién le va ese rollo? Si compartiésemos piso, apuesto algo a que estaríamos constantemente enfadados entre nosotros mismos -bipolares que deberían entender estas cosas, tanto que nos quejamos de la incomprensión- y discutiendo.

El final de una discusión de estas suele ser: "colega, ve al psiquiatra de una puta vez". Pasa que si te lo dice otro bipolar, hay quien se lo cree más que si te lo sugiere un familiar. Sucede también entre la gente, bipolar o no, que a veces hace más caso a una amiga que a su madre.

Igual es astenia primaveral también, a saber, pero estas cosas también las diagnostican médicos, y en el caso de bipolares, mi humilde opinión es que debería valorarlo el mismo psiquiatra.

Ya tengo cita con el mío.

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Siempre fuiste y serás así, hija mía

Siempre fuiste y serás así, hija mía

Ahora van a estudiar nuestros cerebros, y por mí que no quede el donar estas neuronas cuando ya no se electrocuten, porque está claro que son diferentes. Joder, es que no hay dos personas iguales en este planeta, ni los gemelos. Por eso también los estudian tanto.

Como somos diferentes (los bipolares), estamos enfermos. Así nos lo creemos, al final, pues con tanto fármaco estamos babeando y apenas podemos movernos, ni ponernos nuestra ropa porque hemos engordado y ni nos reconocemos al espejo.

Que llegue un día un señor cualificado para ello, aka psiquiatra, y te diga que tienes trastorno bipolar, te puede dejar indiferente, o aliviado. Ahora entiendes porqué "siempre fuiste así" y te has caído con todo el equipo, quizá te hayan ingresado incluso.

A nadie parecía importarle esto, porque bien te ganabas el pan, aprobabas asignaturas incluso con nota, y el macho alfa del grupo te había escogido como pareja. Algo tendrías, algo bueno, pero no, es malo, eres diferente, es más: tu cerebro acabará en un tarro en un laboratorio.

Eras o todo o nada. Si no funcionaba algo, lo tirabas, y si te gustaba, ibas a por ello o lo comprabas, desoyendo consejos. Lo tenías claro y liderabas tu vida. Pero la vida no te ha ido lo bien que habías esperado y se partió en dos, ahora viene la segunda parte: diagnóstico trastorno bipolar.

Es igual, ahora sigues siendo igual de radical porque "siempre fuiste así" pero ahora te pasas medio día drogado y ya no puedes ejercer de "ti mismo" lo que te gustaría. "Así": especial, raro, "siempre has hecho lo que te ha dado la gana", cosas del estilo.

Hablas con cuatro compinches de tu generación que tampoco trabajan ya y las historias se parecen demasiado. También recibieron esa frase tarde para enmendarse o para comprender. Somos de manual, diez años o más de demora en diagnóstico. Por tanto y según se sentencia en los manuales, tenemos peor pronóstico y bailamos al son de esa medicación que no acaba de encajar, ¡ay esos jóvenes que parecen estar más estables!, claro que nos comparamos con... Nuestro cuerpo no está acostumbrado a edad avanzada a esos fármacos ataca-cerebros y los tolera como puede: más bien mal.

Pero a estos cuatro, nos han retirado con una pensión, premio al trabajo duro de años de pelearse en el mundo de los normales y los no normales (sea eso lo que cada uno quiera pensar, yo recuerdo a algún jefe...). No tenemos que abrirnos paso ya en un mundo laboral competitivo con estos efectos secundarios que nos incapacitan para pensar o crear. Lo hicimos a hostias cuando estábamos bien, o mal, pero lo hicimos, básicamente en una hipomanía -o normal o forzada por antidepresivos, de esto podríamos hablar también-, con algún que otro pinchazo por épocas de estrés o depresión.

Queremos pensar que los jóvenes soportan mejor los efectos de la medicación, les han pillado en su momento, y ahí estudian y rehacen su vida sin que TB sea su pan incapacitante de cada día. O sí, si no consiguen remitir, porque no hay pastillas milagrosas y esto es una lotería. Ojalá puedan abrirse paso, triunfar en sus objetivos, y para empezar, ganarse el pan para conseguir ser independientes de su familia. Para seguir, que no tengan que envidiar a estos "los viejos" y consigan una pensión igualmente justa.

Tenemos todos lo mismo, jóvenes y jóvenes jubilados, pero no nos entendemos, no es posible hacerlo. No es la enfermedad lo que nos une, es nuestro modo de vida lo que nos separará siempre. Hacia donde tú vas, trabajo, pareja... ya hemos vuelto hace tiempo, incluso hay quien tiene hijos, porque lo hicimos y vivimos todo rápido, al ritmo de nuestros impulsos, de nuestro liderazgo hipomaníaco, y a nadie le parecía mal, sólo a quien nos decía "siempre haces lo que te da la gana, siempre a tu bola pasando de lo que no te convenía, de la opinión de los demás, siempre has sido así".

Y seguro que hay a quien le parecerá que uno tiene el castigo merecido por eso, cuando saben que ahora tragas pastillas como un ganso, estás fuera de circulación y todo en tu vida es ex-.

Pues bueno, al menos podemos decirnos: soy ex-. Former tal o cual.

Que nos quiten lo bailao, aunque es muy difícil quedarse con lo positivo del asunto yyaestá. El pasado pre-diagnóstico está ahí para atacarte en cualquier momento.

Ahora nuestro nuevo trabajo "ocupación: bipolar" remunerado es muy serio: hay que aprender a vivir de nuevo. Y lo peor: algo nuevo, pues hay demasiado que ya no podemos o no nos dejan hacer. Algo viejos somos y tenemos demasiadas cosas vistas, y algunas a las que no volveríamos. Hay que seguir siendo uno mismo, después de todo, aunque no tengas claro en qué consiste eso, porque aunque hayas cambiado con la estabilidad farmacológica no puedes borrar ese prejuicio "siempre serás así" -ahí está el pasado- y encima vas drogado y marcado como inútil social por las autoridades sanitarias. Hechos que te colocan al borde de la depresión crónica: fui así, ojalá lo fuese ahora.

. . .

P.D. Y los hay que siguen en activo tras ese diagnóstico entre los 35 y los 45, olé sus huevos, aunque también se quejan de no ser "los de antes", de no ser tan "brillantes", de esa falta de color...

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NEUROTÍPICOS O "LOS NORMALES"

NEUROTÍPICOS O "LOS NORMALES"

Una de mis búsquedas recientes en la Wiki: el síndrome de Asperger.

Empieza el artículo con algo que me parece de sumo interés, relacionado con no pocos comentarios en este blog. Cuántas veces los bipolares designamos a quienes no padecen de lo nuestro como "los normales", a lo cual alguien no bipolar responde ofendido. Bien, aquí tenemos algo mejor.

Las personas "normales", denominadas neurotípicas, poseen comparativamente un sofisticado sentido de reconocimiento de los estados mentales ajenos.

Interesa. Vamos a los enlaces, y sigo pegando fragmentos. 

NEUROTÍPICO.

Basándose en que no hay un tipo o modelo humano único del cual cada una de las personas es una versión o caso particular, sino que la especie esta formada por todos los individuos que la componen en toda su diversidad, siendo la suma de todos los individuos lo que constituye el modelo humano, evolucionando colectivamente como especie, y que el modelo humano esta formado por todos sus miembros con sus distintas cualidades.

No se puede determinar un individuo que corresponda a ese modelo siendo el resto variantes o aproximaciones a este modelo.

Estadísticamente hay comportamientos o modelos más repetidos que otros, desde el punto de vista neuronal se denomina neurotípico al más abundante o del que hay mayor número de individuos, por oposición a neurodivergente que son las tipologías distintas de las más abundantes en cualquiera de los sentidos

 

NEURODIVERGENTE

Neurodiversidad es un concepto que promueve la idea de que la diversidad en las características humanas también se extiende al campo neurológico. El término neurodiversidad fue concebido por la comunidad autista para referirse a la neurología atípica del autismo. El término se utiliza en contraste a otros términos tales como desorden o enfermedad. Su aplicación va más allá del autismo, ya que se lo puede utilizar para describir el TDAH, la dislexia, etc.

. . .

Así pues, hablar de "los otros", "los normales", carece de sentido, y más en el peyorativo. Neurotípico me parece un muy buen término. Somos tan humanos como el que más, y normales, no subnormales.

Según el DRAE:

subnormal.
  
  1. adj. Dicho de una persona: Que tiene una capacidad intelectual notablemente inferior a lo normal. U. t. c. s.

 

Subnormal ya no es nadie. Esta palabra sí es peyorativa, y está quedando desplazada por otras más acordes con enfermedades concretas tales como el retraso mental, cada vez más llamado "discapacidad intelectual".

Tan sólo representamos una variación, algo muy respetable en la especie humana, que gracias a los progresos en la medicina y su cultura de cuidado de los que no pueden valerse por cualquier tipo de minusvalía, discapacidad, ha detenido el proceso de la evolución, que hubiese barrido sin piedad a la ceguera, sin ir más lejos.

Viva la neurodivergencia, como concepto.

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22/11/2004 10:22

22/11/2004 10:22

Primer post en este blog.

Estaba mal, había ciclado a hipomanía desde una depresión muy puñetera y pronto volví al episodio mixto.

Estaba mal, pero la conexión a internet era un ancla más al mundo, sí, nadie lo cree porque lo virtual asusta, pero diez años en Internet lo han y habían convertido una parte muy real de mi vida real. Llevaba tiempo leyendo blogs, y no tengo claro por qué abrí uno, ni quiero saberlo ahora, no quiero volver al pasado aunque estará documentado en mis diarios. Sé que hay cierto componente narcisista en abrir un blog. Pero prefiero empezar a olvidar detalles, ahora que fragmentos del pasado me asaltan y atormentan tanto, todavía.

Empecé otro tratamiento en noviembre de 2003, desesperada porque de tan enferma me encontraba al límite del suicidio cada día, con otro psiquiatra y un psicólogo. La medicación, muchos meses de pruebas, de efectos secundarios que me dejaban fuera de este mundo, un cóctel que tenía que ajustarse tan a medida como un corsé para corregir un desequilibrio en el cerebro. La salud no tiene precio y tuve que acudir a especialistas, pagando, pero para eso está el dinero, para la salud, que valoro mucho más que un viaje al extranjero de placer.

La terapia también consistió por parte del psicólogo-psicoeducador en que dejase de beber; ya no abusaba de benzodiacepinas aunque ahí estaba, como en tantas otras historias de bipolares, casi un 50%, una patología dual. ¿Dejarlo? Claro, estaba en ello, con terapia, pues los tóxicos o drogas ni eran buenos para mi salud en general ni para la mental en concreto pues amenazaban la eficacia del tratamiento, pero recuerdo perfectamente el 11-M: harta de llorar, por la tarde me emborraché. Recaídas, esa no fue la única, re-levantarse, seguir y seguir. Se atisbó estabilidad hacia enero de 2005, al parecer ya no ciclaba, no me lo podía creer, ciclar es un infierno de vida, ciclar es poner a prueba tu paciencia y tu alma. Meses durísimos que no se pueden explicar ahora en ocho líneas.

Ya me habían concedido la pensión, ese día fue alegre pero triste y mucho, 37 años: invalidez. Podía permitirme autonomía con la cuantía de la pensión y eso fue lo que me pidieron mi psicólogo y psiquiatra. Que hiciese vida autónoma, que fuese yo la que me cuidase. Tampoco me lo podía creer, además ahora en mi vida ya no tenía opción a trabajar. Recuerdo mi primera sesión con el psicólogo, mis objetivos: 1. Quiero dejar de suicidarme. 2. Quiero volver a trabajar. Imposible, acabé reconociéndolo durante la terapia. Efectos secundarios hasta en los meñiques, mi cabeza no sería ya un pequeño prodigio sino un letargo, pero lúcido, y con eso firmé.

Pasé de conocer el trastorno bipolar en lo teórico para empaparme en historias reales que dieron color a los síntomas de manual, y a mis síntomas. Grupos de apoyo, Bipolarweb y la Associació de Bipolars de Catalunya. Me costó mucho darme a conocer en persona, en entrar en un lugar donde yo "era" bipolar. Pero sin ese apoyo no lo hubiese conseguido, ellos me enseñaron cómo, y yo quería aprenderlo, mi objetivo: salir del pozo.

Empecé esta página con plena conciencia de la enfermedad. Todavía no la llamaba así, sólo trastorno, pero llevaba enferma desde 1994, y desde antes también, desde que nací, pero se manifestó poco a poco hasta que me estalló en las narices. El diagnóstico, esa etiqueta, te destroza, a quién le gusta que le digan que es un enfermo mental, si ha acabado sus estudios e incluso tiene un puesto de trabajo cualificado.

Aceptarlo es lo más duro, porque además empieza el recorrido por el vademécum, sí, hay tratamiento, pero ha de ser a medida, se mezclan entonces síntomas con efectos secundarios y la vida no es tal, sino la la de un cobaya incapacitado, así fue mi caso. Si no lo tienes claro, que vas a por la famosa eutimia porque te han jurado que existe, si no te apoyan para que no se te acabe la paciencia, y cuando se te acaba, saca más de donde no la hay... te rindes, casi lo hago, pero tenía el apoyo de muchos compañeros de fatigas. Ir adelante, ir atrás, ir poco a poco, ir conociéndose, conocer tus debilidades, tus riesgos.

Tres años y medio después, conozco mejor lo bipolar. En mí. Tengo un grado de enfermedad moderado que permite que viva sola. Tengo algunas ganas de vivir, a días bastantes, a otros casi ninguna, pero qué importante es ser consciente de que estás viva, pero Viva, no muerta en vida. Superar un vacío existencial que acude demasiado a menudo.

Si lo cuento bien, los hechos que he relatado se contextualizan así en el tiempo:

2003: julio, diagnóstico. Baja laboral desde otoño de 2002: despido. Pido el alta médica en julio en una hipomanía (¿mixta?) y todo se va a la mierda, menudo veranito. Mi familia nunca me había visto así, y yo tampoco, llevaba diez años medicándome con antidepresivos tricíclicos y ansiolíticos. Diez años de diagnóstico erróneo, diez puntos en mi contra.

2003: noviembre, abandono con un trauma terrible mi casa, a partir de ahí me cuida mi madre en la suya.

2004: ciclar, dejar de beber, ciclar, intento de suicidio, aguantar, sufrimiento de mi madre. Dos ingresos, seguía matándome.

2004: noviembre, abro este blog. 

2005: aterrizaje, la vida de colores pastel. Me voy a vivir sola a Madrid: mi familia en vilo.

2006: aterrizaje segunda parte, mi familia acepta mi nueva vida. Eutimia, más o menos, oscilo según mis hormonas. Me porto bastante bien, creo, aunque he de mejorar y mucho. Todavía estoy sujeta a cambios en la pauta, el pasado julio tuve uno, y ahora toca otro (ya os contaré).

Todos hemos pasado nuestro calvario, yo doy testimonio del mío por si puede ser de ayuda a la comprensión de algo que no la tiene. Tampoco esta cronología resume bien el mío. Sigo teniendo días espantosos, pero también otros de gran paz, Paz: Vida.

El día 20, pasaron por aquí 515 visitas que marcaron récord en la estadística. Ya hay más de 92.000 visitas al blog. Nunca lo hubiese imaginado. Me han dicho que lo que ofrezco y hace valioso el blog es el contextualizar lo teórico en lo diario, ir comprendiendo la enfermedad, el negocio bipolar, sobre eso escribo y con ese relato, que no es el de mi estado de ánimo diario, no olvido de dónde vengo. La sola mención de 1994 o 2003 todavía me pone mala. Quiero olvidar, a medida que me vaya perdonando. Olvidar lo negativo del recuerdo, para aceptar un pasado al que todos tenemos derecho, sea bueno o no. Aceptar un pasado, aceptarse, es aceptar que tienes futuro.

Sin etiquetas mentales, es una persona quien escribe. Una mujer de 39 años, divorciada, sin hijos ni pareja actual, una single que se dice ahora. Con demasiado tiempo para pensar, su cruz, usar demasiado la cabeza, y la única terapia de este blog consiste en que mi terapia personal es escribir y aquí tengo un espacio más. Debería compaginar actividad intelectual con más ejercicio físico, pero mi salud no es muy buena, y me cuesta salir sola (no quiero perros). Hay que mejorar mucho, y todo son procesos. El trastorno de ansiedad es lo que me limita más ahora, a veces me siento fóbica.

El trastorno bipolar no afecta al intelecto -diría por lo visto que excepto en casos de gran deterioro neuronal, diagnósticos cuanto más tardíos, peor- salvando los efectos secundarios, sino a las emociones. Emociones tan humanas como las de cualquiera, sólo que agudizadas, extremadas. Mucha gente no bipolar puede identificarse con algunos escritos, y no están enfermas de tb, sólo están escuchando ecos de emociones, que ellos también poseen, que quizá no expresen en su vida cotidiana porque está mal visto. Pero el ser humano es bipolar por definición, tiene momentos de tristeza y de alegría, que a veces también le desbordan. La emoción descontrola a cualquier humano. "Crimen pasional", lo que hacen las emociones desatadas. Tan a menudo, muchísimo daño.

Deberíamos controlar nuestras emociones para que nuestra conducta no nos perjudique, ni a terceros. De la conducta, los demás perciben nuestra personalidad. Pero las emociones en un bipolar, están enfermas. Eso no quiere decir que no pueda amar, no, eso es actuar a merced de un desequilibrio donde estás demasiado contento, demasiado triste, demasiado irritado...

Cuántas veces he metido la pata, incluso estable, por un problema de impulsividad y el seguir adelante pese al dicho "ni en manía ni depresión tomes decisión". "Todo para ya", eso no es posible, hay que dar tiempo al tiempo en todo lo que atañe a la vida cotidiana y privada, pero eso es la teoría y la teoría es muy bonita.

En psiquiatría, esto del tiempo pienso que es como en geología. No existe. Hay que dar pronósticos, pero no hay que creer en ellos más de lo que hacemos con las previsiones metereológicas. Cuando se pauta, el tiempo decide si el fármaco funciona, si no lo cambiamos... tiempo, tiempo. Cuando se da consejo terapéutico, o te pones el piloto automático, o te pasas meses convenciéndote de que tu vida va a incorporar un hábito. Tiempo, tiempo... Cuando en la vida asoma el amor, también hay que darle tiempo, una sobredosis emocional tiene su precio y éste puede ser la pérdida de ese amor.

Intento hacer llegar a los lectores una actitud que me permite sobrevivir, acepto lo que tengo porque siempre me ha acompañado y así lo reconozco. No vale la pena luchar contra, sino con. En malos momentos, saber que todo pasará, aunque en pleno ataque de pánico es algo difícil y necesitas a veces una voz amiga. De vez en cuando, vuelven ideas suicidas, ahora sé aplacarlas pues no he vuelto a ingresar: la depresión no es fuerte, son picos que vienen y van.

Celebro haber llegado hasta aquí, mis cumpleaños se celebran a diario. No sin embargo que el que el tema bipolar dé tanto de sí: no se agota, ni lo hará. Veremos progresos, muchos. Bipolar I II III esquizoafectivo, eso va a cambiar porque es demasiado nuevo, la teoría cambiará de la misma manera que un libro escolar de hace diez años es papel mojado frente a nuevos descubrimientos científicos. Mucha gente toma sales de un metal, litio, con riesgo de intoxicación, y eso es todavía el mejor medicamento, que por cierto no tolero.

No sé qué nos espera. En la sociedad del bienestar, podemos tener esperanzas, aunque el número de camas en hospitales... insuficiente es un eufemismo. No olvidemos que en otros escenarios históricos, incluso se nos esterilizó o exterminó. Se perdieron vidas siempre valiosas, no hemos de pensar en que también grandes talentos para las artes y las ciencias. En otros escenarios geográficos, se nos confina en habitaciones, atados y drogados. Esto sucedía en nuestro país, también. Manicomios, lugares malditos: vejaciones, mucha medicación y poca terapia para los enfermos.

He comprobado que el mejor de los dones en otros bipolares consiste en intercambiar emociones, que estrechan lazos; he conocido a bipolares que son más humanos que demasiados humanos. El cariño, a veces, no nos cabe en el pecho. También he visto y sufrido a bipolares oscuros, que calificó un lector muy acertadamente: gente que hace daño, enfermos muy egoístas y tiranos, sin conciencia de que arrasan el terreno que pisan. Me han hecho daño, pero me descubrieron la otra cara de la moneda. No ahorro muchas broncas hacia estas personas, pues a razones no atienden, y lo cierto es que los evito.

Creo que debemos desmitificar a toda costa. No es bueno que se nos etiquete como más inteligentes y solucionadores de problemas (algo así he leído aplicado al caso la senadora argentina), como seres creativos, pues sólo somos gente, y eso es lo que debemos ser, sin autolimitarnos, sin pensar que estamos enfermos, pues tantos otros enfermos afrontan la vida día a día. Desmitificarnos, y dejar de mirarnos al ombligo. El negocio bipolar consiste en vivir con, y a pesar de.

Reconozco que fracasé en mi objetivo inicial expresado en ese primer post. Mi familia sigue sin entender demasiado, mis amigos algo más, pero acepto con dolor que nunca volveré a ser normal a sus ojos si es que alguna vez lo fui. Ahora vivo lejos de ese estigma hasta que lo reconozco, ahora soy capaz, cuando me relaciono con ellos en viajes esporádicos. Me ven con buena cara hasta que me tomo las pastillas, "haces buena cara" hasta que declino alguna invitación porque tengo un amago malo de ansiedad. Saben que estoy enferma, que estoy jubilada por eso, que estuve ingresada por eso.

Además, Barcelona me sienta mal, demostrado ya: a los pocos días me reclama mi casa, que es donde gozo de salud mental, y mi casa está a 600 km. Pero ahora estoy segura de que mi familia me quiere, y yo les quiero a ellos, lo peor pasó, ha habido perdón, también agradecimiento, ahora hay lazos más fuertes, diferentes, cómo no van a serlo, si todos se vieron afectados conmigo.

Diferente, esa es la palabra. Todo es diferente, hasta yo soy diferente, y me encuentro cada día.

Fracasé en cierto modo por ingenuidad, por pensar en que la eutimia traería conmigo un reestablecimiento de mi vida anterior, pero no ha sido así ni puede serlo cuando entiendes qué significa la bipolaridad. Pero he seguido escribiendo. Hay muchos temas que abordar, cualquiera de la vida cotidiana que se vive de otra forma.

No trabajo en la empresa privada ni en la pública: no obtengo recompensa alguna por proyectos y trabajos realizados bien por mí o en equipos de trabajo, pues tampoco milito en ninguna causa ni para pegar sellos (y esto es por mi bien). A veces me planteo qué he hecho desde el 2003, y veo este blog, y un hogar que también he creado: pagar facturas, comprar comida, cocinarla, fregar platos, lavar ropa. Ducharme, vestirme bien para salir a la calle. Poco internet, aunque ahora sea blogger (menudo oficio, pero requiere dedicación), algo de tv cuando me obligo a ello, lectura cuando puedo, a rachas. Contemplar el cielo de Madrid que tanto adoro.

Pequeñas batallas, pequeños avances. Nuevas amistades. Todo es diferente. Soy una enferma crónica que ha de cuidarse, esa es la realidad, y creo que la voy aceptando día a día, no sólo en lo teórico.

Lo de mental es una etiqueta que les dejo a otros, aunque pocos otros saben. Me mantengo en el relativo anonimato de darme a conocer a contadas personas que me relacionan con este blog. Por cierto, E.C., tú sabes quién soy y me duele haberte perdido, espero que me perdones -metí la pata, te lo confesé- y que volvamos a escribirnos, además, me gustaría tomar un café contigo. Soy humana, yerro como los demás también, y me duelen mucho los malentendidos que acaban mal en las relaciones humanas, soy un ser demasiado emocional pero eso es lo que llama la atención en mí a veces, y todo tiene dos caras, dos polos, todo es bipolar. Pero a quién le cuentas que estás en la semana de la regla y que estás lúcida pero no bien, si encima arrastras insomnios... porque pasa esa semana y no hagas la lista de todo lo que no hiciste bien, que te deprimes. Pide perdón, pero no lo esperes.

Debería escribir una larga carta a los lectores. Vuestros comentarios a los posts me hacen reflexionar, al igual que vuestros mails. Son un regalo, y os doy las gracias por estar ahí. Seguid ahí, me hacéis bien.

Vuestra,

Blue

P.D. No es un gran post, ni un gran balance, aunque su extensión es inaceptable, pues es mucho lo que podría contar y valorar; ahora mismo, agradecer a los lectores me sobrepasa. Pero como afirmé en su día, en este blog cuelgo borradores, escribo a pelo, en una ventanita de edición de Blogia - por cierto, debo dar muchas GRACIAS A BLOGIA por ofrecerme este espacio- sin imprimir nada para su corrección, sin buscar sinónimos, pues tal como me viene a la cabeza, coloquialmente, escribo. Faltan o sobran acentos, sobran catalanadas, soy leísta... aunque me esfuerzo lo que puedo. Y en seguir en una vida nueva que es diferente: el negocio bipolar, és clar, ahora con una sonrisa incluso.

 

EL NEGOCIO BIPOLAR

EL NEGOCIO BIPOLAR

Ya, ya, lo sabemos, somos un negocio para un sector del colegio de médicos y para la industria farmacéutica...

Pero el negocio bipolar, en nuestro argot, es en lo que estamos o nos han metido, es nuestro pan de cada día.

Partiendo de un diagnóstico, nos han obligado y nos hemos obligado a un tratamiento que nos esclaviza obliga y sujeta a:

1 - Consultas médicas periódicas: un agujero en el bolsillo, o una espera insostenible en listas de espera de servicios públicos saturados.

2 - Ingesta de medicación de por vida: otro agujero en el bolsillo, y a saber qué nos puede pasar en unos años.

3 - Efectos secundarios de esa medicación: intenta hacer vida normal. Intenta disimular caída de pelo o kilos que aparecen sin llamar, mareos, intestinos caprichosos...

4 - Ocupación constante: tomar pastillas a su hora, y previsión para que no falten ni sobren.

5 - Sufrir la incomprensión de los más cercanos: hasta que uno no lo vive en sus carnes, es imposible, ¿lo entendías tú antes?

6 - Sufrir en nuestros episodios: contaremos con la ayuda de otros compañeros de fatiga, pero que nos quiten lo bailao en los infiernos.

7 - Enfadarnos con la ignorancia: mejor no hablar del tema es lo más acertado, siempre se discutirá.

8 - Soportar el estigma: nadie nos mirará igual que antes, nadie que sepa que tenemos TB. Ya no seremos maravillosos, volveremos a la adolescencia.

9 - Aceptar nuestra soledad: ante la incomprensión, ante el abandono de una pareja, ante quien no quiere relacionarse de partida "con enfermos".

10 - Transigir con limitaciones: dormir a determinadas horas...

11 - A veces, aceptar una jubilación anticipada, a qué me dedico ahora además de tomar pastillas y dar paseos... soy un inútil social.

12 - Abandonar actividades y cancelar hábitos tales como el café o unas copillas los sábados.

13 - Desintoxicarse cuando hay adicción: o eso, o el tratamiento es papel mojado. Reconocer una adicción para vencerla. El calvario de dejar drogas.

14 - Cambiar vida social: pérdida de amigos, no poder salir con ellos como antes, reconocer que no todo son buenas compañías ahora.

15 - Asumir nuevos hábitos: no todo el mundo se dedicaba a la vida sana antes del diagnóstico.

16 - Rumiar continuamente: pensar y pensar en quién somos, éramos y seremos.

17 - Atormentarnos con nuestro pasado, con recuerdos que acuden ahora nítidos, ahora amargos, ahora en pesadillas de día y noche.

18 - Buscar consuelo y no encontrarlo en nada ni nadie: riesgo de impulso de autodestrucción.

19- Sufrir sin motivo: con motivo ya sufrimos todos, hacerlo además sin, es una gozada, lo endógeno es lo que se lleva.

20-

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24

25


(Aportaciones de los lectores: post abierto)

EMPIEZAN A OCUPARSE ESTOS NÚMEROS......... ELEGID UNO!

31- Miedo a no saber si lo que te ocurre es algo normal o es un síntoma de tu enfermedad

 

. . .

Efectos colaterales: pérdida de poder adquisitivo, pérdida de autoestima, autoestigma.............

 

Y así, hasta cansarse del negocio bipolar, querer dimitir.

No poder hacerlo sin dimitir de esta vida.

La vida, ahora preciada, ¿porque llegaste a despreciarla? ¿Por estar en el negocio bipolar sin saberlo, por ir conociendo sus reglas a hostias? ¿Por olvidar sus mandatos, ahora en una toalla sucia que tiras?

¿Quién tiene narices de decirnos que no tenemos obligaciones? Pues, tristemente, ejemplos sobran. Esto es un negocio, pero parece clandestino. Es una forma de vivir, así quizá quede más bonito, pero tampoco entienden qué precio pagamos, no están en el business.

¿Has hecho alguna vez una lista completa de tu nuevo pan de cada día? A mí me ha dado miedo improvisar esta.

 

APORTACIONES DE LOS LECTORES

 

Autor: Valerio

Perder la felicidad: sueles vivir de manera monótona, controlado y normalizado, como una cobaya. Y cuando vuelves a recuperar la ilusión, acecha el fantasma de la hipomanía.
Me siento contento. ¿Es real esta alegría o sólo es producto de un desajuste interno mío?

Fecha: 15/11/2006 20:50.


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Autor: venmago

La lista que has realizado es tan espléndida como aterradora. Añado varias propuestas algunas ya esbozadas por su exhaustividad.

Asumir las responsabilidades civiles y penales como consecuencia de los actos cometidos durante una descompensación. Legalmente la enfermedad no nos hace inimputables.

No poder compatibilizar o renunciar al trabajo, para él que en ocasiones te has estado preparando durante años, por incompatibilidad con el tratamiento farmacológico, o los nuevos hábitos de vida como evitar las situaciones de estrés o los cambios en los ritmos sueño-vigilia.

Tener limitadas muchas expectativas de futuro a las que aspirábamos y aspiramos: fundar una familia, mantener una vida social, ejercer una profesión, poseer una capacidad adquisitiva.

Futuras patologías como consecuencia del tratamiento farmacológico.

Fecha: 16/11/2006 13:14.


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Autor: Una II

Añado unas miguitas;

Saber que la persona con la que estás, por mucho que te quiera, tal vez la única forma que tenga de ser felíz es separándose de ti. No todos están preparados ni pueden afrontar los problemas de una pareja con TB.

Cuando se ha empezado tan pronto e intensamente con el TB, que te ha impedido formarte en algo que te permita tener un futuro independiente.

Fecha: 18/11/2006 15:59.


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Autor: TuXo

Y digo yo... siempre es todo tan negro? nadie ha tenido epocas de hermosa y esplendida eutimia?

Es verdad que ser bipolar es muy jodido... pero si nosotros ponemos nuestro grano de arena podemos hacerlo mas llevadero, hay tropecientas desventajas y pocas o ninguna ventaja pero lo importante en este caso no es hacer balanza porque siempre dara al mismo sitio, lo importante es aceptar todo lo dicho e intentar seguir siempre hacia delante con la cabeza bien alta.

Si hay algo que he aprendido leyendote Blue... es eso, ser bipolar es una putada pero antes que bipolares seguimos siendo humanos y como humanos siempre tendremos problemas, ser bipolar es un problema mas, nada mas.

Fecha: 19/11/2006 18:09.

 

 

(¿Llegamos a los 50? ¿Añadimos más efectos colaterales? Más aportaciones, más realidades, más comentarios, o bienvenidos mails a carnedepsiquiatra -arroba-gmail-punto-com)

***

Todo lo que mi psiquiatra no me dijo y debía saber

Todo lo que mi psiquiatra no me dijo y debía saber

 

Este texto es el de una Blue novata: se firmó a los tres meses del diagnóstico, con la primera pauta, en pleno episodio. Ahí están sus primeras conclusiones tras horas de lectura, las primeras necesarias e interminables charlas con otros bipolares de la ABC (Associació de Bipolars de Catalunya) y miembros voluntarios del S.O.S. de Bipolarweb. ¿Por qué no se me hablaba de todo esto en consulta, y por qué no se me contaba el porqué de tales medidas y recomendaciones? Llevaba años de tratamiento psiquiátrico, pero todo empezó de nuevo cuando cambió el diagnóstico. Todavía me veo en la piel de esa recién llegada al mundo no uni- sino bipolar, hay cosas que no se olvidan. Falsa novata en realidad: ya era conocedora de pastillas y psiquiatras, los que hasta entonces nada me habían contado acerca de nada. La situación cambió cuando yo lo hice de profesional, poco después de crear este documento, que Blue escribió para ella y para compartirlo con otros. No olvido de dónde vengo y por ello soy muy solidaria con los recién llegados al club. En esos momentos, durísimos meses de episodio mixto, la gran montaña rusa, mi madre me cuidaba y hacía posible esa regularidad tan necesaria para la mejora: yo me hubiese abandonado. A ella le debo en realidad estas líneas, pues.

TODO LO QUE MI PSIQUIATRA NO ME DIJO Y DEBÍA SABER


- Cómo aceptar que tengo un trastorno bipolar
- Cómo reconocer tus síntomas
- ¿Por qué oscilamos?
- Querer suicidarse, una ilusión
- A quién decírselo
- Esto de la medicación (I): cómo medicarse toda la vida
- Esto de la medicación (II): cómo medicarse sin olvidarse
- Esto de la medicación (III): cómo no ser hipocondríaco
- Esto de la medicación (IV): como capear los efectos secundarios
- Cómo ser pacientes...
- El ejercicio
- Los hobbies
- El dinero
- Los impulsos y las pequeñas locuras cotidianas
- El sexo
- Ser bipolar no es tan malo, después de todo...
- El grupo de apoyo


Qué título más pretencioso para un relato de lo que uno va aprendiendo una vez le han puesto la etiqueta en la frente... Su objetivo no es otro que el de mostrar mi "librillo" personal con el que he ido consiguiendo más estabilidad y calidad en mi vida, que de eso se trata, ¿no? Y no olvidarme de mis propios trucos, claro está.
Pero uno no puede tener la palabra "estabilidad" emocional o eutimia, como queráis llamarlo, si la persigue con todas las letras. Es así de duro. Y lo primero que debo decir es: NO OBSESIONARSE CON EL TEMA, YA LLEGARÁ.
No he llegado a la eutimia, pero espero daros a conocer las pequeñas cosas que me han ayudado a mejorar. Cualquier día entro en la famosa eutimia sin saberlo, gracias a todo lo que mi psiquiatra no me dijo pero tomándome lo que me ha recetado, eso sí.


Cómo aceptar que tengo un trastorno bipolar

Recuerdo que ante la noticia, le pregunté "pero, ¿estoy enferma?" "Sí". No me lo creí porque salía de una hipomanía, claro, yo estaba de puta madre.
Pero tenía momentos en los que no, no lo estaba. Grandes bajadas, o grandes subidas. Me aferraba a los brazos de mi silla para no caer al vacío más espantoso, al abismo al que me veía abocada. Lloraba de miedo, de rabia, de impotencia.
Un día no me quedó más remedio que aceptar que no era normal estar así. Tenía demasiadas ganas de matarme, eso no es normal, no.
Me dijeron que era todo culpa de esos neurotransmisores averiados. Seguramente desde que nací. Mejor no comerse el coco, porque NADIE TIENE LA CULPA. NADIE. Repetir mil veces. Repetir dos mil veces. Repetir... Cuántas noches he llorado pensando en ello. Siempre había alguien del grupo de apoyo para escucharme.


Cómo reconocer tus síntomas

A pesar de leer mil veces los síntomas de las diversas en las páginas de información que encontré en internet, no me acababa de reconocer en ellos. Es que cada uno tiene los suyos, por supuesto, y lo vive similar pero... diferente.
En hipomanía, lo de la verborrea es cierto en mi caso, eso de que estás más sociable y tal. Hasta con el taxista. Le doy mi teléfono a todo el mundo, luego me cabreo porque nadie me llama, claro. Me miro al espejo y estoy cojonudamente sexy, me siento joven, feliz, alegre. Ligo como nunca, hasta me enamoro del primero que pasa. Me vuelvo nocturna, incluso insomne.
En depresión, me miro al espejo y solo veo a una gorda. Mi cara, un ser envejecido. No salgo a la calle porque me siento fea, todos me mirarán, tengo miedo. Mi cabeza es incapaz de pensar. No me acuerdo de nada. No sirvo para nada. No tengo energías ni para ducharme.
Mi psiquiatra no me dijo que a la mínima observación de estos síntomas le llamase para ajustar la medicación. Ahora tiene que fastidiarse cuando lo hago. Es mi venganza personal, no sé, pero debo hacerlo si no quiero ir peor a la próxima visita.
Tengo una lista de síntomas. Me olvidé de uno muy curioso: en hipomanía dejo de fumar. No lo entiendo, pero no me dura demasiado.

¿Por qué oscilamos?

No lo sé. Sólo he aprendido que lo que sube baja y a la inversa. Eso es algo muy bipolar. Oscilamos, como el péndulo. Me gusta más la analogía del mercurio, "nuestro" elemento.
He aprendido que esto es una enfermedad que afecta a nuestras emociones, no a nuestra personalidad. Todos somos diferentes, pero el hecho de viajar desde la euforia hasta la depresión es lo que nos une.
Trabajamos para que nuestro estado anímico no sea una montaña rusa, y eso es luchar contra lo que hasta ahora ha sido nuestra vida, o sea que no es moco de pavo y que nadie se ría, porque lo pasamos mal. Hasta cuando he sido feliz, luego bajas y te arrepientes de todo, de todo. Hay que aprender a perdonarse a uno mismo, lo que tampoco es fácil. Soy demasiado perfeccionista y autoexigente.


Querer suicidarse, una ilusión

Cuando estamos sufriendo, sólo queremos que pare. Es cuestión de segundos. Ahí tomas la decisión equivocada. Amigo, agárrate a la silla. Pon tu mente en blanco, no sabes cómo, yo me pongo ante una pared blanca hasta que sólo veo el blanco. Pero agarrada a la silla, ¿eh? Hay quien tiene un mantra para recitarse, el mío suele ser una canción de el Boss.
Tiembla, llora, haz lo que quieras, pero nada con las manos. Nada. Sólo sujetarte. Dejas de caer en esos pensamientos, a veces en minutos, a veces tardas una hora en salir. O más. Aguanta, piensa que pasará. Pasa, aunque parezca eterno.
Cuando tu ansia suicida disminuye y vuelves a ver el tema desde afuera, lo has pasado. Aunque en ese momento te tomarías al menos tres valiums. Y luego estás el resto del día hecho polvo.
Mi psiquiatra no tiene ni pajarera idea de lo que pasa por mi cabeza. Mis compañeros de chat sí. Es importante poder contar con ayuda vía teléfono o internet a malas. Hablando la gente se ayuda. A veces sólo queremos desahogarnos. Mi psiquiatra nunca me habló de los grupos de apoyo, y realmente son valiosos.


A quién decírselo

Pues... a nadie. O casi.
Pongamos que tienes 20 familiares pero sólo 4 son cercanos. Pues a esos 4, porque son los que realmente pueden apreciar tus oscilaciones.
Imaginemos que tienes 30 "amigos" en tu agenda, pero sólo son amigos 5. Quizá se lo dirás a esos, los que te ven más. Ellos se informarán de tus síntomas y te ayudarán a prevenir esos episodios, porque te estiman, lo hacían antes y si son amigos no van a dejarte ahora.
En el trabajo: ni se te ocurra. En este país, quien va al psiquiatra está loco. Y estar locos, lo estamos todos hoy en día, pero algunos más que otros. Cuidado, a la mínima falta te despedirán, o degradarán, de buen rollo claro.
Mi psiquiatra pasa de decirme a quién no decírselo. Total, él ya tiene a sus clientes y mira por dónde, conmigo tiene uno fijo de por vida.


Esto de la medicación (I): cómo medicarse toda la vida

Es un rollo esto de tomar pastillas. Los que padecemos este trastorno solemos hablar de ellas todo el día. Marca mucho el hecho de tener que interrumpir cualquier cosa porque es hora de tomar las pastillas. Traumatiza, sí.
Además, el tratamiento es ¡vitalicio!
Es un hecho que horroriza, porque hasta ahora has tomado quizá una caja de antibióticos para un resfriado. Ahora la cosa va en serio. Y te frustras más cuando compruebas que pese a tomarlas, pues no estás mejor. Grave riesgo de abandonar el tratamiento.
Además, son caras. En España tenemos suerte de contar con un sistema de sanidad pública que nos cubre. Si yo pagase íntegramente las pastillas que tomo, me gastaría unos 6 € al día.


Esto de la medicación (II): cómo medicarse sin olvidarse

A veces se nos olvida tomarlas, un descuido lo tiene cualquiera, y yo soy muy olvidadiza. Por eso, en este tiempo, he aprendido a:
1. Tomarlas con los horarios de las comidas, al finalizarlas. Así consigo algo muy importante además: tomarlas a la misma hora. A veces hago excepciones, claro está, siempre hay días especiales.
2. Marcar con un rotulador permanente detrás del blister las pastillas que pertenecen a la semana, para no olvidar que las del martes se han tomado, porque a veces ni con la toma rutinaria consigo acordarme.
3. Si estoy con la familia, tomarlas con naturalidad delante de ellos. ¿Qué pasa? Ya lo saben, y además eso les tranquiliza. Ahora hasta ni ellos se acuerdan de que las he tomado.

Seguiré buscando métodos para no olvidarme, ja, ja.


Esto de la medicación (III): cómo no ser un hipocondríaco

Es común que entre nosotros hablemos de medicación. Si hay algo que sale en todos los libros, es que nadie reacciona igual a las pastillas que le dan. Por eso intento hacer oídos sordos a esas conversaciones.
Y mi psiquiatra no me dijo nunca que tomase las pastillas sin leer el prospecto. Pero deberé hacerlo, destruirlo incluso, porque casi me da un infarto el día que vi que me recetaban un fármaco para epilépticos. Luego descubrí que esos tratamientos funcionan como estabilizadores del ánimo.
Por supuesto que nos interesa saber cómo funciona un fármaco, pero puedes acabar acumulando todos los efectos secundarios que provoca antes de tomarlo.
Tómalo. No discutas. Si te encuentras muy mal, díselo al psiquiatra.
O sea: salgo de la consulta y lo compro en la primera farmacia que veo. Así luego no me caducan las recetas (a los 10 días, y alguna vez me pasó que ... en fin...)
He adoptado la postura de no querer saber más sobre las pastillas. Puedo caer en la automedicación. No quiero jugar con mi salud, mi vida está en juego.


Esto de la medicación (IV): cómo capear los efectos secundarios

Pues.. no obsesionándose.
Te pones enfermo cuando empiezas a temblar. Maldices las pastillas.
La verdad es que tardan unos 2 o 3 meses en hacer efecto, las malditas.
Hay que tener paciencia.
¿Se nota que después de tres meses, he empezado a tolerar mejor los efectos secundarios?
Lo peor para mí es el aumento de peso. Las mujeres somos un poco sensibles al respecto.


Cómo ser pacientes...

- pacientes con la medicación
- pacientes con una fase que no remite
- pacientes con nuestro entorno
- ...

Cuando somos seres impacientes por naturaleza???
Creo que la respuesta está en Oriente. En la práctica del yoga, en la meditación zen.
Por desgracia, vivo en Occidente.
Paciencia, un día practicaré bien estas artes orientales.
Antes tengo que apuntarme a la escuela de yoga, por cierto. Me he borrado de tantos gimnasios por no ir que ya me lo pienso antes de apuntarme a un lugar nuevo.
Paciencia, todo llegará.



El ejercicio

Mi psiquiatra me dijo "anda una hora", no por qué, que era lo importante.
Pero, ¿cómo salgo yo a la calle en plena depresión?
Pidiendo ayuda.
Llamé a mis amigos. Les conté que ni siquiera podía salir de casa, ahí en el sofá estaba yo. No salía, me daba pánico hasta bajar a por el pan.
Venían a buscarme a casa. Yo nunca me encontraba bien, pero ellos se turnaron. Venían los fines de semana. Media hora por la calle. A veces temblaba, pero ellos me hacían conversar tranquilamente y me calmaban.
Eso me fue ayudando a salir de la depresión y poco a poco de la agorafobia.
Antes de pedir ayuda, estuve tentada de alquilarle el perro a mi vecina, pero la fobia social me lo impidió. Quien tiene un perro está obligado a salir. Buen remedio.
En este país hace sol. Es un bien que no podemos omitir. Somos como las plantas, necesitamos luz, y nuestros neurotransmisores también.
Me cuesta dar el paseo sola, pero hago un esfuerzo, incluso por ducharme antes de salir.


Las juergas

Mi psiquiatra no me dijo que se acabaron las juergas. Eso lo averigüé solita. Solía salir los fines de semana. Pero ya no puedo, tengo una responsabilidad conmigo misma.
En las discotecas se bebe mucho alcohol. Yo no puedo. Si pido agua, pago una barbaridad por ella y encima me miran como a una pastillera. Por supuesto que lo soy, pero no de esas.
Lo peor no es dejar de tomar drogas más o menos toleradas, porque se puede. Es que el ritmo de sueño se va a la porra, y eso es sagrado, porque cuesta más recuperarlo. Bueno no sé qué cuesta más, la verdad. Pero puedo hacer algo por evitarlo, aunque sea drástico.
Es decir, ya no salgo. A la medianoche hay toque de queda.
Mucha gente no sale por la noche y no le pasa nada. Esperemos que me acostumbre pronto.
Es lo peor, todavía siento que me han robado algo. Y temo a la hipomanía porque entonces sí quiero juerga.


Los hobbies

Mi psiquiatra no me dijo que hiciese manualidades.
Pues van de coña, dejas de darle al coco. Desde papiroflexia hasta ganchillo.
Dicen que relajan el sistema nervioso, no sé pero van bien. Y pasas las horas haciendo algo, no mirando al techo.
Busca en yahoo grupos, seguro que encuentras algo de tu gusto.
Y si no, cambias de hobby a la semana. Por si acaso, no inviertas demasiado dinero. Hay aficiones baratas.
Sigo buscando en internet algo que me guste más de cinco minutos. O sea, mi hobby es internet. Pago tarifa plana o sea que por gasto, no me excedo.
También escribo cuentos. Algún día se publicarán, o no. Lo hago porque me gusta, punto.
Si me recomendáis algo para hacer con las manos que no sea teclear, os lo agradeceré.


El dinero

Es por todos sabido que cuando subimos... gastamos mucho. De repente podemos comprar una enciclopedia o redecorar toda la casa.
He tomado personalmente medidas para cuando llegue el momento. Es muy duro, pero no dispongo de mi propio dinero. Tengo que pedírselo a mis familiares cuando viajo, por ejemplo. Cancelé mi tarjeta de crédito, porque no tengo nada con que cubrirla.
Las personas que conocen de mi trastorno me avisan si empiezo a gastar más de la cuenta en ropa o cosas así. Pero no me agobian, es un equilibrio algo difícil. Porque todo hijo de vecino se gasta fortunas en los grandes almacenes un día de exceso cualquiera, y no le dicen que es bipolar en fase maniaca, cuidado.
En suma: gastos fijos y controlados. Y pequeño presupuesto para lujos cotidianos como el periódico o la ropa de temporada.


Los impulsos y las pequeñas locuras cotidianas

En mi caso... viajar.
Me doy miedo. Me presento de improviso –con una bolsa de viaje pequeña- en el aeropuerto, estación de trenes, estación de autobuses. Allí mismo decido el destino entre mis favoritos, ya que tengo unos 5 que visito con frecuencia, normalmente allí donde viven amigos para alojarme, y los llamo al llegar. Menudos sustos se pegan.
Una amiga se ha ofrecido a disuadirme cuando llegue el momento del impulso. Espero llamarla la próxima vez. Me dice que es ganas de pasármelo bien, pero que no me conviene estropear el trabajo de tanto tiempo en unos días.


El sexo

Hablando de cosas que nunca se dicen delante del psiquiatra...
Depende de tu oscilación. No soy siempre la misma. En depresión el sexo no existe, pero cuando subes... pues... nunca tienes suficiente. Por algo se acuñó la expresión "maniacos sexuales", ¿no? Me gusta hacer broma con el tema porque lo mismo paso de la nada al todo. Soy bipolar, me guste o no.


"Ser bipolar no es tan malo, después de todo..."

No estoy de acuerdo. Daría lo que no tengo por no padecer este trastorno. Hay quien lo afirma, cuando sale de una mala racha, y sólo lo entiendo en este contexto.
Si estoy reconstruyendo mi vida con: no salir por la noche, comer bien, dormir a sus horas, controlar mi presupuesto hasta el límite de no disponer de mi propio dinero... Pues no doy las gracias al trastorno bipolar. Intento convivir con él, que es lo único que puedo hacer, o sea, acostumbrarme, punto.
He vivido momentos extraordinarios. He subido a la alegría más absoluta, y también he visitado la desesperación existencial más honda. Son momentos únicos y quizá no estén al alcance de todos los seres humanos. Pero a ellos la vida parece irles mejor que a mí, o así lo percibes en la gente que no es enferma crónica. Es cuestión de paciencia, tiempo al tiempo.


El grupo de apoyo

Sin él no estaría aquí escribiendo esto. ¿Qué más puedo decir? Mis gracias son infinitas.

 

Barcelona, 22 de noviembre de 2003

***

Comorbilidad II

Comorbilidad II

Demasiado común al TB, comorbilidad con... aquí hay varios trastornos, no se trata de escoger sino de conocer qué sombras pueden acompañar al bipolar, y también qué china nos puede caer en un momento dado, pues hay quien es diagnosticado de una de estas "perlas" al mismo tiempo que bipolar, o... después, como postre.

Esto explica muchas veces por qué no hay dos bipolares iguales, además de la observación trivial: tampoco hay dos personas iguales en este planeta.

Una buena lectura: http://www.nexusediciones.com/pdf/psiqui2005_2/ps-32-2-004.pdf

Quien me conoce por esta página, ya sabe qué comorbilidad/es poseo.

Más chicha pa' terapia.

. . . 

Fotografía: cortesía de Andrés P.

Post "Comorbilidad I": http://carnedepsiquiatra.blogia.com/2005/112601-comorbilidad-i.php 

***

Ensalada variada

Ensalada variada

bipolar, trastorno bipolar, trastorno afectivo bipolar, enfermedad maníaca-depresiva, desorden bipolar...

¿Alguien da más? Me he dejado unos cuantos... ayudadme.

Con todos estos ingredientes diseminados entre la literatura y presencia en medios de comunicación, algunos directamente traducidos del inglés, otros obsoletos que se usan como sinónimos...

¿Alguien piensa que BIPOLAR va a ser algo que suene tan claro como DEPRESIÓN?

Lamentable.

***

Tres historias

Tres historias

1

Le diagnosticaron muy joven, tuvo un ingreso antes de los 18. Mejor para él, pues ha tenido un tratamiento que no ha permitido agravar la enfermedad. Y ahora apenas siente efectos secundarios, a veces, ninguno.

Era tan joven y vulnerable que su familia volvió a ver en él un niño. Creció el resto de su adolescencia y juventud bajo un paraguas de irrealidad real que reemplazó a la irrealidad de la enfermedad.

Era un joven-burbuja, que se movía en entornos controlados, fuera de los peligros de la vida real.

Cumplió los 30, y todavía recibía una asignación de sus padres.

Para qué ir a trabajar, toda la vida he sido especial, y ya me dan dinero para mis gastos.

Me gustaría tener novia.

 

2

Al poco tiempo de casarse, notó que había cambiado. Lo atribuyó a sus nuevas responsabilidades y facturas. Gritaba más de lo normal, ya no era dulce y amable como cuando le puso el anillo. Siempre irascible, siempre quejándose de los demás, todos eran unos imbéciles.

Su mujer quiere dejarle. El no admite estar enfermo, y se pone peor cuando se le insinúa ir al médico. Grita, insulta, se va de la casa dando un portazo y bebe, bebe mucho.

Gasta el sueldo así, casi sin recordar en qué, nada más recibirlo. Su familia debe pedir para pagar incluso el alquiler. No se habla de esto con nadie, son "asuntos de familia". Sus padres dirán que no le ocurre nada, mientras sus hijos se esconden en su habitación para no toparse en su camino.

Habrá que ingresarle a la fuerza. Recibirá un diagnóstico, y quizá su actitud sea todavía peor, de negación, de rebeldía al no aceptar a esas alturas de su vida una enfermedad tal.

Recaerá cada vez que deje la medicación.

Su mujer dirá "basta".

 

3

La joven bipolar era una princesa. Se movía con ademanes regios allí donde su alma iba a parar. Solía ser el centro de atención y reclamaba su parcela de liderazgo, fuere por su belleza o por su inteligencia. Su desamor era patente cuando no era tratada como la joven reina en la que iba a convertirse. Su ego era fuerte, sus aspiraciones en esta vida, también. Despreciaba a quienes se conformaban, a las mujeres que no eran sus iguales sino sirvientas a sus ojos.

Pero un día se deshizo la ilusión, la convirtieron en un sapo feo y gordo.

Tiempo después, cuando la libraron del hechizo, se miró al espejo y comprendió que nunca había tenido sangre azul salvo en su imaginación.

El mundo que había inventado ya no existía, y no sabía en qué consistía el mundo de las sirvientas.

 

***

Libres recreaciones de historias escuchadas demasiadas veces. El bipolar puede convertirse en un tirano, cómo no. Otras personas con otras patologías también lo hacen, amargan a todo su entorno, a los obligados a cuidarle. El enfermo mental es un enfermo crónico que se puede tomar las cosas a bien o a mal, como el resto de crónicos. Dicen que la actitud representa un 80%.

Viraje

Viraje

En el prospecto de cualquier antidepresivo: puede inducir a viraje a manía.

Claro que lo he vivido, antes del diagnóstico la misma pastilla que debía salvarme de la depresión me sumía en los mundos de yupi.

Incluso en depresión, la teoría afirma que a un bipolar se le ha de dar antidepre a cuentagotas, y no todos sirven, pues lo del viraje es algo serio en algunas familias de antidepresivos. Qué feliz era yo con el Prozac. Eso no es salir de una depresión, es pegar un salto, ciclar.

Ya, cuesta más salir de la depre, pero cuesta igual salir con antidepresivos, fármacos que deberían funcionar y si lo hacen es a las muchas semanas. Y nos la jugamos a ciclar hacia donde no conviene. Pero si los tomamos es como si confiásemos más en salir, en salir antes.

Tomo uno a dosis subclínicas y por si acaso, un antipsicótico le controla. Dos piezas del cóctel, corsé también le llaman. Aprieta, pero no hay peligro de viraje, en la teoría.

***

Estamos vendidos

Estamos vendidos Me ha interesado muchísimo este artículo, y más, quiénes son estos y quienes los ha reunido. Esperaba encontrar alguna autoridad sanitaria... Pero me topo en la primera página que busco,
http://www.astrolabio.net/revistas/articulos/EEVpkAZAllDWLAKHjp.php

La dificultad en el abordaje integral de esta patología ha motivado la creación del Grupo Nacional de Expertos en Trastorno Bipolar, promovido por laboratorios Juste e integrado por especialistas en psiquiatría de los principales centros de referencia (Hospital Universitario Ramón y Cajal, Hospital de La Paz, Hospital Clìnic de Barcelona, entre otros), que se ha reunido hoy en Madrid. Madrid, 8 de junio de 2006 (...)

Decepción, vaya, esto no es algo oficial. Búsqueda entonces de estos laboratorios, cómo no.

http://www.juste.es/

Uuuuuh lo que comercializan. Ya empezamos con la guerra entre farmacéuticas  para llevarse los principios activos al agua.

A mí mecetan cosas de la competencia, así que no sé qué pensar ya de este tema, porque oye, igual "mi" farmacéutica promueve otro grupo de expertos.

No deriven trastornos menores

No deriven trastornos menores

Leo una vez más por ahí: "asistencia sanitaria colapsada por los pacientes con trastornos menores que impide prestar la atención que precisan los más afectados". Y claro, quieren formar a médicos de cabecera para que no deriven "cualquier cosa" a los colapsados servicios de psiquiatría.

Lo están, sí, doy fe que en Madrid capital en un distrito céntrico dan cita para mínimo dos meses y encontrar un huequecillo cuando uno está mal es inviable.

Esos trastornos menores, y me ahorro algo muy malsonante, son los que luego dirán que han tardado diez años en diagnosticarle bien. Es una sospecha.

Efectivamente, hay tan pocos recursos que sólo quieren o pueden tratar a los agudos, esos son los que parecen más afectados por supuesto, y me pregunto si quizá estuvieron antes de ser "los urgentes" hoy día en el conjunto de los que impedían ofrecer atención.

***

800.000 pringaos

800.000 pringaos

Pues esos somos los bipolares que deberíamos ir de medicación en medicación en España, pero hay un tanto por ciento diagnosticado muy inferior.

Se calcula un número de 400.000 tocados por la enfermedad divina, la epilepsia, en España. Para ellos se desarrolla e investiga, y los bipolares nos beneficiamos directamente de eso, porque se nos recetan esos fármacos.

También nos beneficiamos de los medicamentos que en primer lugar son estudiados para la esquizofrenia, dato encontrado: 400.000 afectados, y tampoco están todos diagnosticados.

Los fármacos para la ansiedad parece que siempre hayan estado ahí: antes el valium costaba veinte duros. Los antidepresivos son otra cosa: la revolución prozac, la caja a trece mil pelas, creo recordar.

***

Vomitar la vida

Vomitar la vida

Claro que hay que vivir la vida, luego la vomitas en plan bulímico porque no tienes derecho a estar un día contenta, luego pasas dos de bajada como si esa sonrisa fuera enfermiza, incluso llamas al psiquiatra porque temes estar subiendo, cómo voy a subir, tengo síntomas pero si los tengo es porque hasta hoy iban en otra dirección y me asusto mucho en esas oscilaciones.

Cosas a las que debes acostumbrarte, a ser penalizada con una multa que nadie puede imaginar, ni siquiera tú, un día tienes derecho a ser simplemente un cuadrúpedo con la cabeza alta para volver luego al humus.

Si sales por un momento, no olvides ir a la compra. Por algún milagro llamado cortisol (por mí, como si se llamase trinaranjus), el cerebro empieza a ser tal cuando anochece, otra vez la noche es tu aliada y la tentación de alargarla es demasiado poderosa porque a partir de las 18 h notas que ya sales del fango, por fin, ahora empiezo a ser alguien, no, yo no era así mama, toda la vida me ha ocurrido, hasta esa hora mi ánimo no empieza a ser bueno y no es cosa mía sino de mi cerebro, de todo lo que allí se mueve que ni yo entiendo, cómo te lo podría contar, sólo sabemos que por la tarde me siento más activa, ahora sé que menos deprimida en esta depresión vitalicia que me ha tocado por suerte.

Una vez en lo más bajo, desearé volver a sonreír un día, y lo haré con mucho gusto, a sabiendas de que después me espera lo inevitable.

Esto pasa incluso cuando "estás estable", sí, oscilas como esas frágiles hojas que están a punto de caer, y te agarras como puedes a las pocas rutinas que permanecen. ¿Eutimia? Qué relativo.

Lo que sube baja, ¿alguien se lo ha cuestionado alguna vez? Para mí es una certeza inexorable, y día a día. La sonrisa deja paso al rostro macilento, cómo iba a ser de otra forma, si tienes la enfermedad de la alegría y de la tristeza. Y, ¿cómo es la vida, para la mayoría de humanos? Más triste que alegre, y eso son puñaladas para el bipolar, después de las risas vendrán las náuseas.

***

SOMBRAS

SOMBRAS

Has dejado de beber,

pero ahí queda la sombra,

nadie te asegura que no volverás a hacerlo.

 

Pero por el el momento, es bueno pensar:

no lo necesito, no lo deseo, no sé por qué lo hice...

o sí lo sé, y ahora creo que podría evitar esa salida.

***

Merecer

Merecer

Recibo una alegre noticia sobre alguien, que lo ha pasado muy mal, incluso su familia se resentía ya de años de ciclos muy graves... que lleva muchos meses, casi un año eutímica, y mi respuesta es: se lo merecía, tras el calvario de ciclar y ciclar.

Y me digo: ¡todos lo merecemos!

Pero las circunstancias de la vida, tantas veces impiden que esto se produzca. Y el grado de enfermedad. Y el apoyo que se tenga. Y que la vida te de la cara. Y el acierto del psiquiatra al medicar. Y...

Total, todos merecemos ganar la lotería.

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La oración y las rutinas

La oración y las rutinas

Concédeme serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar,

valor para reconocer las cosas que puedo

y sabiduría para reconocer la diferencia.

Me lo topé ayer para mi sorpresa en el libro que estaba acabando. Hace años la conocí por alguien que lo atribuyó a AA y no sé si este es su origen, pero advierto que esta oración empezaba por "Dios", a quien omito de esta reproducción.

Hay algo que obviamente no puedo cambiar: trastorno bipolar. Diagnóstico tardío. Y mis 38 años.

Pero admito que no reconozco a primera vista los puedo-no puedo en muchos temas que me preocupan, entre los que destaca lo que hago y no hago aunque debería hacer. Será un ejercicio de análisis en todo caso, no de sabiduría.

Este año me animé a empezar un, lo que llamo ya, el cuaderno de rutinas y bipolaridades, nada que ver con mi diario personal aunque hay hechos que sí van a parar con detalles a la otra libreta. El año 2005 fue tan sorprendente y fuera de toda rutina - maleta y a Madrid- que no tuve ocasión ni ganas para hacerlo. La verdad es que es una tarea que ocupa su tiempo, ponerse a escribir todo lo que haces o no a su hora, es vivir y escribir tu vida a la vez con ese cuaderno siempre a mano. Me fue de mucha ayuda en la última consulta, debo reconocerlo.

El primero fue escrito por órdenes de mi psiquiatra. Data de finales de septiembre de 2004 y empieza con una serie de pautas, las que me marcó y siguen siendo válidas hoy día, como parte de la psicoeducación. Creo que ya las reproducí pero son palabras, que al igual que esa oración que escogí como "motor", ahora debo recuperar.

La cuestión ahora es cotejar los dos textos aunque nada tengan que ver en principio, pero necesito respuestas que reflejen la realidad de mi vida actual, ya estabilizada en mi casa, y bueno, ahí va:

- Levantarse todos los días (máximo 9 o 10 h.)

- Salir de casa por la mañana

- Comer y cenar a la misma hora (mejor acompañada)

- Salir de casa por la tarde

- No tocar la cama por el día

- Acostarse a la misma hora

- Actividades a realizar durante el día. [aunque obsoletas hoy día, una es intelectual, otra sugiere cuidar de mi salud, y la última ejercicio físico]

- (por obvio no se incluyó): tomarse las pastillas a la misma hora.

La cruda verdad es que esto fue la alternativa que se me dio cuando me negué en rotundo a asistir a un hospital de día tras mi primer ingreso. Era la guía para empezar con mi rehabilitación, no sólo la de la espalda que en esos momentos era prioritario. Me rompí los cuernos para buscar actividades, llenar el cuaderno, y llegar a la consulta con los deberes hechos, bajo presión y todavía asustada por si suspendía esa asignatura y me enviaban al hospital de día. Realmente, hay regularidad en la libreta. ¿Por qué? Tenía el apoyo de mi madre para, por ejemplo, y se dice pronto pues sin ella no lo hubiese conseguido, despertarme y las comidas y el recordarme que era la hora de tal. Pude hacerlo porque tenía ayuda, y mucha, de quien me cuidaba, Madre.

Pero las cosas han cambiado y mucho en este tiempo, vivo sola. Y es una realidad que he relajado lo que se suele decir en otro ámbito "las costumbres". 

Mi tarea es obvia. Sé perfectamente lo que dice mi cuaderno de rutinas. Sé en lo que difiere de estas pautas, a las que sigo dando validez.

Y necesito saber, una a una, cuáles son las cosas que según la oración necesitan valor, el famoso "pon de tu parte" que tanto odio como expresión pero es la que se usa en vez de la que pondré como encabezado de la lista "tener el valor de", donde valor es motivación y díselo a alguien que no está motivado.

LA TEORÍA ES MUY BONITA

Eso es lo que solemos decirnos a veces los bipolares cuando algo importante hace que nos encallemos. 

Por eso me meto en este berenjenal, porque sé que lo necesito. 

Debo concentrarme y pensar. Dejaré el cuaderno de rutinas, ya me sé la historia y lo de los efectos secundarios a según qué horas. Debo meditar cuidadosamente lo que puedo o no cambiar por mí misma y entonces, volver a escribir un cuaderno, esta vez sí con rutinas, como si fuese otra vez "a examen".

Y, esa lista va a ser importante, pues "atacar" a su resultado no se puede hacer a lo bestia -porque lo haría un día y luego nada, lo he vivido-, sino el buscar la forma menos dolorosa, elaborar estrategias para hacer realidad la lista y tener el objetivo claro de que se convierta en rutina diaria. Se dice fácil...

LA TEORÍA ES MUY BONITA

Y si algo tengo también comprobado, es que si la rutina del sueño se va a la porra, las rutinas que le siguen, también. 

He de elaborar esa lista lo más rápidamente posible, de forma que el "ya empezaré el lunes", tan repetido cuando alguien quiere ponerse a dieta o ir al gimnasio, para mí sea empezar, con esfuerzo, a llenar los vacíos de lo que en su día fui capaz de hacer y, como la lectura, había olvidado o directamente eliminado cuando un revés me volvía a poner "al principio".

La lista que más dolerá: lo que no puedo hacer, o no sola, y esa irá al psicólogo que necesito, como ya he escrito aquí.

A veces me pregunto por qué debo hacer listas periódicamente, por qué la lista de tareas domésticas, aseo personal incluído, y la de la compra no son las únicas que deben preocuparme, y sí, espero el día en que eso sea lo único de lo que deba preocuparme una vez esos hábitos sanos sean ya rutinas de las que no deba preocuparme. Reconozco que es un avance que compre y cocine yo, en plan soltero claro, y que no coma acompañada salvo excepciones, y que limpie e intente ordenar mi casa. Ser, al menos, capaz de cuidarme en estos mínimos, y quiero suponer que el psiquiatra adjudicaría unas horas a esta actividad, aunque sé perfectamente que eliminaría -limitaría- horas de actividad intelectual, las que le dedico al blog quizá constituirían ya ese límite.

P.D. Compruebo que el reloj de Blogia nada tiene que ver con el del resto del mundo. Escribí el anterior post el sábado, bueno, ya el domingo 20, hacia la una y media de la madrugada, pero ni la hora ni el día son correctos... de forma que vuelvo a postear esta mañana con esta reflexión. Que nadie espere que publique esas listas. Tengo que volver a buscar fotos, por cierto, y aunque no lo parezca, es un trabajo intelectual hallar lo que me plazca y encaje en un post. Para este, una doble hélice, ADN.

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Perdón incondicional

Perdón incondicional

Eras una olla exprés... ¿lo recuerdas?

http://carnedepsiquiatra.blogia.com/2006/052101-los-demonios-de-la-olla-expres.php

Y ahora te das cuenta de todas tus meteduras de pata.

Ya puedes llamar a tus amigos, pues ellos ya no lo hacen y ahora reparas en ese detalle, junto con tantos otros..

Las buenas noticias son que ya has aterrizado, que empiezas a recordar, y que te preguntas qué "yo" hizo eso.

No intentes decir que fue un episodio para justificarte, es mejor el popular "se me fue la pinza".

Acepta la Realidad como la realidad de que ya no te llaman. La gente se acaba cansando. Mientras fuiste una olla exprés había que perdonar "la del día de hoy", y ponte en su lugar, cuánto habrías tardado tú en enviar "a pastar" a alguien que incluso se amparaba en el "es que no me entienden" o "seguro que cuando lo entiendan, me perdonan".

Con el tiempo, resulta que la Realidad es que tienes algo llamado Trastorno Bipolar que a todo el mundo le sueña a chino, pero explica por qué te conducías así. Si el diagnóstico es tardío, tú no tienes la culpa de eso pero tu mala fama será imborrable. Intenta convencer a alguien de que no eras así, que no era tu personalidad. No lo conseguirás, qué pocos lo hacen, porque el diagnóstico explica muchas cosas pero como bipolar vas a seguir ciclando y tropezando con la misma piedra.

Y mientras tanto, ya te has acostubrado a ir a tu bola, así que ahora ya tienes el estatus de oveja negra y cuando topes con incomprensión, volverás a comportarte como tal, porque es lo único que conoces. Los síntomas remitirán, pero si te han sobreprotegido hasta la fecha, seguirán haciéndolo y tú ya estás acostumbrado a ello, a esa posición cómoda donde el perdón es constante.

Yo no he buscado el perdón de mucha gente. Para qué, si no vamos a seguir tratándonos. Es algo difícil de aceptar. Hay que aceptar tantas cosas... esta duele.

Pero la realidad es que todo el mundo tiene un límite. Hasta los familiares. Hasta los amigos. Hasta las parejas. Hasta otros bipolares y compañeros de ingreso con otras patologías.

¿Cómo van a perdonar cada día lo mismo, si saben que les espera la misma película mañana?

Luego nos lamentamos de las pérdidas. Algo tuvimos que hacer nosotros, no seamos víctimas.

Además, tú no tienes sensación de culpabilidad alguna cuando eres una olla exprés, si hasta te cabrea que te lo digan porque "estás de puta madre", mientras vas mandando a la mierda a cualquiera que se interponga en tus planes y objetivos, que trazas pensando en yo, yo y yo. Hasta que me ató la familia, no quiero ni recordar lo que hice o dije. Creo que mi familia se salvó de algunas "demostraciones" de mi temperamento alterado antes del diagnóstico, puesto que les huía, no acudía a sus invitaciones. Ni a las de mis amigos. Este absentismo, aunque yo no me encontrase bien, también es algo que deben perdonarme. De eso hablo, yo no me encontraba bien y ellos lo sabían, pero los hechos eran que yo no respondía, o lo hacía con algún "numerito", otra cosa que puede olvidarse pero ayuda a crear mala fama.

Elevadísimo porcentaje de bipolares divorciados entre los que me cuento. El perdón diario no está incluído en el amor. El perdón sirve para que no se cometa el mismo error. Cada vez lo mismo, acaba con la paciencia de cualquiera.

Un lector me habló de los bipolares "oscuros"... los que se amparan en el trastorno bipolar para hacer daño. Promesas incumplidas. Daño. Perdón. Más daño. Claro que no queremos hacer daño, a no ser que seamos muy oscuros, pero lo hacemos. Es complicado, a veces sólo consiste en uno de tus cambios de opinión.

Por eso no pido perdón a según quién, y acepto que en su día se me borrase de agendas. Los amigos caben en los dedos de una mano. Y soy muy afortunada, tengo una mano aquí en Madrid y otra en Barcelona, y otra por todas partes. No todos han perdonado de forma incondicional, no los que perjudiqué.

Existe un lugar que puede llamarse el Lado Oscuro, al que nadie me asegura que no vuelva, pero yo no daré pasos hacia él, pues no quiero experimentar de nuevo la ira y la impotencia de que no se absuelvan mis meteduras de pata, siendo muy consciente de estar para muchos en una "segunda oportunidad".

Y escribir esto es muy duro para mí, pues yo ya empiezo a no perdonar tras hacerlo y no obtener sino más de lo mismo, y a no llamar. 

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El prejuicio

El prejuicio

No lo llamaremos estigma esta vez, sino prejuicio.

Constantemente usamos prejuicios, prejuzgamos, y no somos conscientes. Hay quien va con el "no" en la boca como respuesta a todo, quizá por ello: todo lo que no entra en "la normalidad" que uno se ha fabricado, en los estereotipos que tenemos todos, en realidad puede serlo. El prejuicio se combate con conocimiento, pero hay quien se siente a gusto con sus prejuicios y eso no podemos cambiarlo, ni con el tema de la salud mental, ni con el de los nacionalismos ni un largo etcétera.

Hay un trauma y un cambio importante en el entorno del paciente cuando se produce el diagnóstico. Ya era rarita la niña, últimamente demasiado, pero esto ya es otra cosa, estaba tan mal de la olla que ha ingresado en un psiquiátrico. Son cosas que pasan a formar parte de tu currículo personal ante todo el mundo.

Saldrás o no de esa situación, pero ya está esa marca en tu CV. Para empezar, prejuicio ante las enfermedades mentales, aunque las haya en tu propia familia. Para seguir, prejuicio ante un psiquiátrico, no se concibe que sea un hospital. Y para acabar, más prejuicio: ya no se te mira igual ni se te recuerdan tus virtudes como antes (qué inteligente, qué espabilada...).

Recibes compasión, piedad, cuando no te tiran por la cara determinados hechos del pasado. No pidas perdón, de nada sirve, sólo recibes tolerancia, a lo sumo. Quizá te quiten algunos años mentales e intelectuales, hasta ahí puede ser cruel el prejuicio sobre la enfermedad mental en concreto.

"Estaba enferma, ¿no lo recuerdas?" "No, tú siempre fuiste así" (sí, claro, me suicidaba cada día, ¿sabes?). "Y NADIE NOS DICE QUE NO VAYAS A VOLVER A... ser como eras, ser lo que recordamos". Ni un psiquiatra que te dice que estás bien, nada importa ya, se cerró tu CV con un diagnóstico, un par de ingresos, y alguna que otra crisis puntual. Ya no bebo, ¿no lo véis? ¿Y qué? (...)

Los ambientes donde el prejuicio que acompañó a tus crisis pueden ser muy dañinos ahora. Convence a los demás de que ya no vas a volver a... lo que sea. Tarea imposible, siempre un ojo desconfiará y a la mínima, te echará encima más mierda del pasado.

Además, sigues estando enfermo, haces cosas raras, no es normal comer a medianoche. Estás atontado medio día. Te estresas por cualquier cosa. No, no eres normal, se te trata con pinzas.

Todo esto es basura para tu psique, de la que acaba oliendo a podrido.

Es mejor pasar página.

Creo que hice bien en cambiar de aires, y ahora soy capaz de observar lo mucho que ataca el prejuicio cuando vuelvo a mi entorno "enfermo", pues les hice enfermar conmigo y soy muy consciente, además de los daños causados sobre los que ya no vale la pena pedir perdón, pues ya son parte de tu currículo en ese entorno ya contaminado por, repetiré de nuevo la palabra, el prejuicio.

Hay todavía mucha vida por delante, y muchas personas a las que conocer, sin prejuicios hacia ti, de entrada, como antes. Si valen la pena, les dirás un día que tienes un trastorno y está controlado farmacológicamente, y quizá, si no tienen prejuicios sobre la enfermedad mental y ven delante a la persona que eres -y eras y gustabas- antes de anunciar este importante hecho sobre tu vida, quizá te acepten. Y si no, game over.

No tienes derecho a expectativas positivas así que mejor no las tengas, pues los prejuicios mandan en esta vida, y no puedes llamar a nadie ignorante por ello ni darles un librito para que sepan que "no muerdes".

A todo uno se acostumbra, la nueva vida tiene muchas facetas. Y tampoco estás obligado a anunciarlo, todo el mundo tiene algún problema de salud y las almorranas se sufren en silencio.

P.D. Del DRAE:

prejuicio.
   
  1. m. Acción y efecto de prejuzgar.
  2. m. Opinión previa y tenaz, por lo general desfavorable, acerca de algo que se conoce mal.
prejuzgar.
  (Del lat. praeiudicāre).
  1. tr. Juzgar de las cosas antes del tiempo oportuno, o sin tener de ellas cabal conocimiento.

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